Arroyos que arrollan ("El Regreso")
"Luego vinieron por mi, y no quedó nadie para hablar por mi" (Martin Niemöller)
Me resulta complejo retomar mi ensayo anterior y hablar sobre el mundo del Streaming, principalmente porque es mi preocupación profesional más grande en este último tiempo.
Las noticias en estas últimas semanas (meses, poco más de un año) no son buenas. Y eso es lo que más me desconcierta, porque desde el pasado reciente, el presente, el futuro, no veo otro camino que la digitalización del consumo de video.
De hecho, son los usuarios los que no ven otro camino, eso está casi cantado. Lo que sucede en los países del Primer Mundo, tarde o temprano, llegará a Latinoamérica con más fuerza.
La pregunta de fondo es, entonces: ¿por qué si el hábito de consumo ya está ahí y se dirige cada vez más intensamente para ese lado, las plataformas de entretenimiento digital están sufriendo? ¿Por qué la industria de medios en general está complicada, aunque más no sea coyunturalmente, si la calidad de contenidos sigue siendo destacable y el público las elige?
Postulados hay varios, opiniones también, incluso la mía. En ese lío me voy a meter hoy, aún cuando, mirando las estadísticas de lectura de mis ensayos y artículos, el anterior sobre este tema fue de los que menos impacto tuvo. Espero que esta vez me copien, no sean malvados.
Es claro que no voy a revelar ningún secreto industrial, ni tampoco dar una opinión desde un pozo y con palas en la mano en vez de escaleras. Pero algo debo decir, con tanta acumulación de novedades en estos días (¡y todo lo que falta aún!).
Mi opinión estará sesgada, como corresponde, a favor de los medios, la producción de contenidos profesionales y la digitalización imparable (aunque parezca un oxímoron), y seguiré usando algunos referentes para ejemplificar, porque considero que son los que mejor analizan la situación.
Ahí vamos.
Todo fue culpa de Gutenberg
Si tuviera que empezar con un poco de ironía y acidez (si, mejor empezar así para poner el “mood”), diría:
“En el principio, el Hombre creó la imprenta y democratizó la palabra escrita”. Algo así como el Génesis de los medios, la disrupción que dio inicio a todo, una tecnología moderna para aquella sociedad ídem. Johannes Gutenberg convertido en el Sundar Pichai de finales de la Edad Media y el inicio de la Moderna. ¿Algún impacto con eso? Mucho, solo que ahora no nos damos cuenta, creemos que todo es novedoso y único en la historia de la humanidad: desde nuevos idiomas hasta guerras y secularismo (para quien esté interesado en profundizar en el tema, recomiendo el capítulo 2 del libro The Age of AI).
Pero no, mejor empecemos de nuevo, mejor ser más respetuoso de las creencias de cada uno. Entonces, quizás esta frase represente mejor la idea: “Primero vinieron por los libros, periódicos y revistas, y yo no dije nada porque estaba en el mundo audiovisual y tenía con qué defenderme”. Algo así, sí, parafraseando a Martin Niemöller, también intentando que nadie se ofenda. ¿Ya lo había sugerido? Puede ser, pero sigue siendo eso.
Es que el mundo de la disrupción es así, una piedra encima de la otra: la digitalización le tocó primero a un formato (texto), luego a otro (audio), y finalmente al siguiente (video). Hacia adelante, solo el Metaverso y el consumo inmersivo y espacial, todo de la mano de la aceleración y la exponenciación de Internet.
No es que quiera ser necio con el mundo digital circular y el día de la marmota, pero… ¿de qué nos sorprendemos si los últimos lanzamientos de plataformas online están centrados en el texto (Threads, ChatShipití, Bard)? Es lo que es, cuando todo se puede intentar explicar con las mismas evidencias, hay 2 posibilidades: o uno está loco (“haciendo lo mismo espera resultados distintos”) o la razón es esa.
En estos días vivimos dos sucesos relevantes, que me obligan a volver hacia atrás, casi agacharme para tomar fuerza y gritar algunas verdades varias veces repetidas:
Bob Iger soltándole la mano a los canales lineales de aire y cable propiedad de Disney y buscando un socio estratégico para ESPN, intentando, al menos, achicar su gran deuda financiera, sacar la nariz fuera del agua;
Los resultados de Netflix del segundo trimestre no convencieron a Wall Street y le aplastaron la curva de crecimiento en la bolsa.
Y no entiendo. No entiendo porqué el mercado financiero se está ensañando tanto con la industria del contenido, la información y el entretenimiento. Porqué, por sobre todas las cosas, ha venido siendo paciente, una y otra vez, con las grandes (y pequeñas) plataformas tecnológicas, aún sabiendo que perdían tanta plata que difícilmente, en muchos casos, la pudieran recuperar en el tiempo, mientras destruían valor a sus competidores incumbentes. Con unos sí (al menos antes), con otros no (casi nunca).
Por supuesto que me informo, analizo, busco comprender lo que puede haber por detrás. Por supuesto que, también, hay indicios fuertes. Veamos…
Bob el Demoledor
Alguna vez hice referencia a Iger como Bob el Constructor. Así se lo ha mencionado en muchos medios cuando mostraba su capacidad de hacer crecer a Disney, llevándolo a nuevos negocios, digitalizándolo, adquiriendo las empresas de entretenimiento más queridas por las audiencias.
Hoy, para mi, es una mezcla de Bob el Constructor con Ralph el Demoledor. Y ojo, no necesariamente esté mal. Los tiempos cambian y hay que adaptarse. No lo digo como crítica. Sigo creyendo que es el ejecutivo de medios más respetable y valorable del mundo occidental. Un caballero de 72 años que tiene la mirada más disruptiva de la industria.
Lo que me sorprende es que nos extrañe a todos (incluyendo al mundo de las finanzas) que esté haciendo lo que está haciendo.
Me explico: corría el mes de septiembre de 2022 cuando Kara Swisher, filosa periodista de tecnología de los EE.UU., le hizo una larga entrevista al entonces “former CEO y Chairman” de Disney en su evento Code. Se había ido, había dejado a su reemplazo, incluso había dejado de estar en el board. Se dice que quizás se imaginaba como presidente de los EE.UU. No tenía ya ataduras y podía decir lo que quisiera, o eso parecía. En ese contexto le preguntan sobre el futuro, y en el minuto 14:30 dijo lo que quiso, efectivamente:
Lo escribo claramente y con negrita:
“… As I look at it today, I’m pretty certain that, first of all, linear TV we talked about, cable and satellite, is marching in a constant direction toward a great PRECIPICE and it's going to be pushed off…”
Si, dijo PRECIPICIO. Adelante de todo el mundo. Quedó grabado y lo pueden ver cuantas veces quieran. Si siguen hacia adelante, explica mejor su opinión, no solo sobre la TV lineal, sino sobre el mundo de Streaming, también.
¿Qué hay de nuevo, entonces, con el hecho que lo que dijo lo proponga ejecutar? A mi me parece, incluso, de una coherencia supina. Sigo admirando esa faceta de la personalidad de las personas, no pareciera haber dobles discursos.
Obviamente, es doloroso. Es, quizás, el fin de una era. Pero la pelea de fondo no la inició él ni su empresa, y su responsabilidad es que exista un Disney de aquí a 100 años (y no necesariamente vendiéndosela a Apple). A lo mejor su error (no lo digo yo) fue endeudarse tanto para comprar Fox. Y ahora, mordiéndose su propia cola, le toca enfrentar al monstruo que dejó. Claro, con el periódico del lunes cualquiera opina. Los vientos apuntaban para un lado cuando se fue. Los vientos apuntan para el otro ahora. Hay que enfrentar la tormenta y pareciera ser que es lo que hace. ¿Sabrá liderarlo?
Pero… sigo sin comprender porqué los vientos están en contra.
¿Los indicios fuertes? Pasen y lean…
Reed, Ted, Ben y otras chicas del montón
Llegaron los resultados trimestrales de Netflix, casi la única empresa de streaming que gana plata (veremos aparecer a los otros en estos días).
Sus resultados en cantidad total y de nuevos suscriptores, los nuevos proyectos, la ejecución de sus planes, su diversificación, ingresos, incluso ganancias, son admirables. Su penetración en el mercado americano es increíble (alcanza con ver la página 6 del informe). Y, sin embargo, se desinfló la expectativa. La acción cayó, aún cuando varios analistas lo siguen poniendo en una posición positiva de compra de acciones.
Y es aquí donde entran, definitivamente, los dos indicios más fuertes para toda la industria (no solamente para Netflix): Abundancia y Roadmap. Esos parecen ser los vientos que soplan en contra. Juntos. Con fuerza. Desde hace tiempo.
Son nuevamente mis amigos Ben y Ben los que dan la mejor explicación a los problemas de Reed y Ted (y Greg), Bob y David. Y a cualquier chica del montón que siga en el pelotón, obviamente. ¿Las excepciones? Las otras chicas que no son del montón, pero se amontonan en Silicon Valley. ¿Por qué? Chi lo sa.
Abundancia
Los modelos de negocio tradicionales siempre se basaron en la teoría de la escasez. De ahí la predominancia de los medios masivos, de ahí la lucha por el contenido, más que por la distribución. De ahí que la gente “encendía la TV”, en vez de ponerse buscar y elegir (si, 300 canales de cable sigue siendo escasez).
Pero el mundo digital es, principalmente, de abundancia. Y quien mejor explica ese impacto es Ben Thompson en su pieza Hollywood on Strike:
… “The broader issue is that the video industry finally seems to be facing what happened to the print and music industry before them: the Internet comes bearing gifts like infinite capacity and free distribution, but those gifts are a poisoned chalice for industries predicated on scarcity. When anyone could publish text, most text-based businesses went from massive profitability to terminal decline; when anyone could distribute music, the music industry could only be saved by tech companies like Spotify helping them sell convenience in place of plastic discs.”…
Recomiendo todo el ensayo, pero no, no tengo opinión sobre el tema del título, solo me parece triste por las personas, por todas, y por abrir más oportunidades para el contenido no profesional, que mientras la TV tradicional y digital se frenan, Tik Tok y sus otros amigos se regodean. Los hábitos persisten y será más difícil incluso recuperarlos.
Roadmap
El otro Ben -Evans en este caso- es quien mejor ha desarrollado esta teoría hace ya algunos años. Lo que sucede con las industrias maduras, simplemente, es que se quedan sin “roadmap”. Esto es, no hay nada más allá. Cuando aparece una innovación, sea adyacente o incluso realmente disruptiva (de acuerdo con la teoría de Christensen), les cuesta reaccionar porque no tienen más que ofrecer a sus clientes conquistados. Quizás algo más, pero siempre poco, escaso.
De su pieza Not even wrong: predicting tech de 2020 (también recomiendo la lectura completa):
“These roadmaps can come in steps. It took quite a few steps to get from the Flier to something that made ocean liners obsolete, and each of those steps were useful. The PC also came in steps - from hobbyists to spreadsheets to web browsers. The same thing for mobile - we went from expensive analogue phones for a few people to cheap GSM phones for billions of people to smartphones that changed what mobile meant. But there was always a path. The Apple 1, Netscape and the iPhone all looked like impractical toys that ‘couldn’t be used for real work’, but there were obvious roadmaps to change that - not necessarily all the way to the future, but certainly to a useful next step.”
Y, complementario a eso, también lo que dice el especialista Doug Shapiro en su ensayo What Clay Christensen Missed:
“I don’t think Hollywood is dead by any means. But the disruption of content creation could have an even larger effect on the industry than the disruption of distribution did because it is more central to what it does. And having had a front row seat to the disruption of content distribution over the last decade, I think that it too will be very hard to stop.”
La gente sigue queriendo entretenerse, pero el día sigue teniendo 24 horas y hay que dormir, trabajar, comer y estar con la familia y amigos. La abundancia digital sigue pareciendo un galimatías para la industria de contenidos, aún cuando se viene postulando y estudiando desde hace décadas. Los momentos de distracción son pocos y las ofertas incontables y dispares (pero a muchas personas parece no importarle demasiado la disparidad). Si hasta el mundo del cine parece no poder recuperarse.
Ya encontramos la hipótesis, los indicios fuertes. ¿Cómo vamos a reaccionar? Chi lo sa.