Principio de Incertidumbre
"Solo unos pocos saben cuánto hay que saber para saber lo poco que se sabe" (Werner Heisenberg)
Es posible que el nombre Heisenberg nos resuene en la cabeza, que lo recordemos por el homenaje que intentó brindarle Vince Gilligan, con el alias que le dio a Walter White en Breaking Bad.
Es probable, también, que algunos sepan que Werner Heisenberg fue un gran científico, ganador del Premio Nobel de Física de 1932 por sus aportes fundacionales a la mecánica cuántica. Esa misma rama de la física que se fundamentó a fines del siglo 19 e inicios del 20, que también alimentaron Einstein y Schrödinger (el del gato), y que permitió sentar las bases del desarrollo de gran parte del confort con el que hoy convivimos: el láser, los transistores, el microchip… siga su ruta hasta llegar al quantum computing que referenciaba la semana pasada.
No se incomoden ni se vayan por esta introducción, por favor. Hoy puedo ser un poquito “larguero”, pero no tengo intención de aburrir hablando de ciencia; a quienes gusten navegar por esas aguas, como a veces me sucede a mi, les voy dejando algunos links en el relato, como migajas de pan en el camino, porque es cierto que el tema resulta apasionante, aunque bastante críptico, a decir verdad.
La cosa es que fue este gran científico alemán el que postuló la relación de indeterminación (de Heisenberg), también llamado “principio de incertidumbre”: no es posible medir con precisión pares de variables físicas, como la posición y el momento de una partícula, al mismo tiempo.
Y es esa frase la que se me ha cruzado por la mente repetidamente esta semana, tanto por lo científico como -principalmente- por lo semántico: si nada se puede medir con precisión, si todo es relativo à la Einstein, ¿quién puede predecir el futuro con grados de certeza? ¿Con qué herramientas, con cuál información? Y, como siempre digo: ¿con qué experiencia, para traducir acertadamente la abundancia de información en conocimiento que se pueda poner en práctica?
Para aliviar un poco la carga, para amenizar el relato, recomiendo leer este ensayo escuchando “en loop” Principio de Incertidumbre, del gran Ismael Serrano. O, quizás mejor, viéndolo en vivo:
Pero, por sobre todo, prestando mucha atención a su dulce, conmovedora poesía:
Puede que las redes traigan
cuellos rotos, negras plumas de cormorán,
que tiemblen los semáforos,
las radios callen y se derrumbe la ciudad.
Puede que te saque de mis brazos
tu marido o el despertador,
que te interrumpa el desayuno
el vuelo de un B-52.Puede que todo siga igual.
También puede que no sea así
y encuentres el mercurio
de mi voz empapando tu contestador,
y florezcan los olivos en el valle de Hebrón.
Puede que te queme el hielo,
o la luz del televisor.Puede que te cite el parlamento
y decrete el blanco y negro,
que sonrían ángeles heridos
en la sección de sucesos,
que alimentándose de humo
se quiebre cual cristal esa mujer.
Que trepe una serpiente
por sus piernas infinitas. Puede ser.Puede que todo siga igual.
También puede que no sea así.
Quizás banderas blancas
tu habitación alumbren
y mi amor esté cerca
y los dioses duden.
Y este sea un buen principio,
principio de incertidumbre.
Puede que te salves. Puede
que amanezcas conmigo
y las espadas se entierren.Puede que todo siga igual.
También puede que no sea así
y encuentres el mercurio
de mi voz empapando tu contestador,
y florezcan los olivos en el valle de Hebrón.
Puede que te queme el hielo,
o la luz del televisor.
Una posibilidad existe
de que amanezcas conmigo
y los cañones se oxiden
A mi me llegó esta bellísima canción hace casi dos décadas, en un momento muy especial de mi vida. Y me ayudó mucho a recorrer esas famosas (tristemente célebres, mejor dicho) cinco etapas del duelo. Le he estado siempre muy agradecido a Ismael, estudiante avanzado de física de la Complutense de Madrid, por agregarle poesía a los sentimientos, por ponerle música a las transiciones humanas.
Volviendo al centro del cuento, que esto no se trata tanto de sentimentalismos ni de ciencia dura como de… vaya uno a saber qué, las disrupciones están cada vez más a la orden del día. Vivimos momentos de cambios profundos, parecidos pero muy diferentes a los que hemos experimentado antes, lo que naturalmente nos desorienta, nos quita de nuestra zona de confort. Principio de incertidumbre.
En la semana me resultó bastante cómico ver a los expertos analistas de la industria tech preparando la artillería para mofarse del lanzamiento del nuevo dispositivo de Apple (que ni siquiera sabían si llamarlo Reality o Vision Pro), publicando sus primeros contenidos hacia la baja, negativos porque sí, porque si hablamos del Metaverso y cualquier cosa que lo pueda rodear, mejor hablar mal ahora, que ya la moda pasó, ¿no? ¡No!, si hasta Disney se volvió a pegar del asunto, luego de declarar su aparente claudicación. Principio de Incertidumbre.
Y luego, casi mágicamente, observar a algunos de ellos darse vuelta, quedando en falsa escuadra tan solo un par de días después, maravillados por tanta tecnología bien puesta y comenzando con el discurso oblicuo, mostrando correctamente lo negativo, pero con un toque de optimismo. Principio de incertidumbre.
Que claro, que obviamente es muy caro, pero seguro encontrarán la manera de bajarle el precio.
Que seguro, por supuesto, está pensado más para la productividad que para el ocio. ¡Y está bien!
Que obvio que no es un dispositivo para socializar como el Quest de Meta, es otra cosa, como corresponde.
Que ya encontrarán el caso de uso exitoso, denle tiempo, es Apple.
Que qué raro que por un lado hablen de privacidad y por el otro tengan 12 cámaras siempre activas en este aparato.
Que qué divertido el meme ese de las madres en los ‘70s pidiéndoles a los chicos que se alejen del televisor y ahora Apple le pone la pantalla en la cara a la gente, aunque un rato después anuncian iniciativas para desconectarse de las tecnologías.
Solo ejemplos, varios, los tengo todos guardados, me gusta coleccionarlos. Ojo que a todos ellos los respeto, sean profesionales, periodistas, analistas o medios, que todos nos podemos equivocar. Es solo que a veces es mejor aprender de los errores anteriores y mantenerse callados, volando bajito, humildes.
Sino, una vez más, pregúntenle a Ballmer:
Quizás algo de razón tenía, no lo dudo. No había muchos indicios para otra cosa en aquella época de Blackberries, señales 3G (con suerte) y poca capacidad computacional en la nanotecnología. Pero una cosa es dudar y otra es mofarse. Una cosa es opinar, debatir y otra pontificar. Principio de Incertidumbre.
El mundo digital está lleno de estos gurúes opinadores (dice el argentino opinador): estuvo el que dudó de la apuesta de Amazon por la nube -y parece que a Bezos también le provoca coleccionarlos-, y hasta incluso quien dudó de la Internet misma, como aquella famosa frase de Paul Krugman de 1998 que decía:
“The growth of the Internet will slow drastically, as the flaw in 'Metcalfe's law'–which states that the number of potential connections in a network is proportional to the square of the number of participants–becomes apparent: most people have nothing to say to each other! By 2005 or so, it will become clear that the Internet's impact on the economy has been no greater than the fax machine's.”
También quizás aquí tenga algo de razón Krugman, cuando explica que lo sacan de contexto, pero bueno, quien lo mandó a meterse en ese brete sin saber del tema. ¡PRINCIPIO DE SOBERBIA INCERTIDUMBRE!
Incertidumbres desde el Principio
De fondo, lo que creo importante: si vivimos un presente lleno de incertidumbres, que se proyecta en un posible futuro más ambiguo aún, mejor tomar distancia de la coyuntura y tratar de analizar las cosas en perspectiva. Lo sé, no es fácil, lo digo por experiencia propia, por mi lucha interna de pasiones, que a veces termino externalizando. Principio de… ya quedó claro.
Hace pocas semanas comentaba en una reunión que debemos entender que estamos inmersos en una maratón, no una carrera de 100 metros. Quiero decir, debemos saber dosificar los esfuerzos, aprender a leer la realidad. Un éxito temprano no garantiza un modelo persistente, del mismo modo que un tropiezo aparente no define el futuro de nadie, salvo que sí lo defina. Pero tampoco exagerar, tampoco generar la parálisis del análisis, ni apostar en corto cuando hay que hacerlo en largo. Todo un arte que solo se aprende experimentando, haciendo.
A cuento del lanzamiento del Apple Vision Pro, y más allá del excelente análisis desde lo tecnológico y el negocio que hace Ben Thompson (o la forma en que lo examina el siempre “picante” Benedict Evans en su podcast), prefiero quedarme con la mirada de Matthew Ball.
Y la elijo, precisamente, porque va en línea con mi argumento. Quizás sea cierto que estoy buscando ser afirmado y no informado, como decía Marty Baron, pero creo que su interpretación es efectivamente la que vale, la que hay que atender. Varios analistas coincidieron en que las apuestas de Apple son de largo plazo, incluso aquellos que lo critican, pero ninguno lo explica con tanta precisión como hace Ball.
Justo a tiempo con la publicación de su ensayo Big Tech’s Biggest Bets (Or What It Takes to Build a Billion-User Platform) -que mencionaba la semana pasada-, el anuncio de la nueva tecnología de los de Cupertino no hace más que alimentar los argumentos:
El negocio digital exitoso y (quizás) persistente es aquel que logra construir ecosistemas virtuosos. Precisamente eso es lo complejo, como postulaba un extrañamente escéptico Tony Fadell esta semana: “Platforms don’t become useful products. Useful products become platforms”;
La apuesta es de largo aliento y de demasiado dinero de por medio, para pocos. Incluso Ball tuiteaba sobre este último punto en estos días.
¿Bueno, malo? En un mundo online globalizado, ni lo uno ni lo otro, sino lo que es, con estas cartas echadas sobre la mesa. ¿Se puede cambiar, se debe cambiar? Soy un convencido de que se debe balancear, que si se mantiene el statu quo esto no termina bien.
Cruzando conceptos, llevándolo a otros negocios, Doug Shapiro, otra fuente de análisis certeros, presentaba su hipótesis de porqué él cree que los negocios incumbentes siempre estarán en desventaja frente a las organizaciones que les generan disrupciones:
“… firms get disrupted not because they don’t understand the disruption process, see it coming or know what’s at stake. They don’t even get disrupted because of the difficulty of changing internal processes. They get disrupted because companies operate in complex ecosystems of stakeholders with misaligned interests: employees (including well-paid, powerful executives), unions, vendors, distributors, “complementors,” board members, shareholders, etc. This is why disruption can be virtually impossible to head off even when you see it coming from far away.”
Si no se logra balancear el statu quo, viviremos de disrupción en disrupción, aún incluso para los que la generan en algún momento en el tiempo, cuando estos se convierten en los incumbentes a atacar: disruptors being disrupted, decía hace algún tiempo.
La pregunta no es “qué”, sino “cómo”. Si en el mundo aún no lograron dar respuesta a esos interrogantes, no la busquen por aquí, que soy un argentino todo-terreno, un taxista virtual, pero no para tanto. Solo dejo la reflexión, la duda eterna, la mosca zumbando en la oreja.
Tres notas breves finales, para matizar y no dejarlas olvidadas:
Lo de CNN es muy triste, de verdad. Va más allá de los tropiezos de su alta dirección, me preocupa lo que queda, por la buena salud de una de las principales marcas periodísticas audiovisuales del mundo. Espero que logren encauzar su destino, es todo lo que puedo decir.
Ojalá que la inteligencia artificial generativa, con su luz brillante que todo lo encandila, no esconda las otras aplicaciones predictivas. En estas semanas, Uber anunció un acuerdo con Waymo, la apuesta de Alphabet por los automóviles autónomos. Algo impensado hace unos años, cuando parecía que la empresa de ride sharing pretendía abarcar todo el espectro. Me resultó muy interesante una entrevista que esta semana le hizo Kara Swisher a Tekedra Mawakana, co-CEO de Waymo: Look Ma, no hands! Hace un recorrido por la historia y la actualidad, no solamente de su empresa, sino de toda esa industria, y los desafíos que tienen por delante.
¿Hablamos del campeón del mundo? Que Messi vaya a revolucionar una nueva liga de fútbol no es ninguna novedad, por eso es el GOAT, aún cuando lo vayamos a llorar en su retiro inminente. Pero que haya conseguido un acuerdo único en la historia de los negocios relacionados con el deporte, haciéndose parte del lucro de las transmisiones, lo hace excepcional. Como pasó con el PSG, para Adidas y para todo el ecosistema seguirá siendo un modelo redondo. ¿Un caso irrepetible o el inicio de un nuevo modelo hacia el futuro?
Así como introducía, finalizo:
“Solo unos pocos saben cuánto hay que saber para saber lo poco que se sabe”.
Gracias maestro. Mejor entonces dejar a los que saben y aprender con ellos en el camino. Quizás algo se nos pegue por tanto insistir, de tanto seguirlos.
Mi recuerdo final, entonces, para Steve Jobs:
Chau.