Hay algunos temas que me preocupan en esta vida digital que me invade desde hace décadas. Otros, me obsesionan. Quería poder dedicar uno de mis ensayos a opinar sobre ciertos abusos que las empresas de esta industria vienen cometiendo sobre los derechos de las personas y cómo creo que se deberían poder regular, pero siempre las obsesiones terminan llenando los pensamientos, agobian, inundan. Quizás logre engañar a los dedos y pueda derivarme en el texto, aunque sea lateralmente, hacia mis preocupaciones. Quizás las entiendan sin necesidad de que las escriba. Si no sale, bueno, al menos bien vale la aclaración introductoria.
Desde hace algunos meses vivo obsesionado por los avances de la Inteligencia Artificial, me apabullan, me asombran aún luego de tanto tiempo dedicado a la tecnología. He dedicado noches y fines de semana tratando de consumir todo tipo de contenido que se me cruce sobre el tema: libros, notas, podcasts, videos, y aún así creo que soy un principiante y que nunca me voy a poder poner al día, a la altura de las necesidades de mi trabajo, al menos. Y sin embargo, curiosamente, en cada ensayo previo que he escrito, he dejado al menos algún párrafo sobre la cuestión.
Dicen que los taxistas de Buenos Aires son el mejor reflejo de la personalidad porteña, de nuestra cultura: tanto te pueden hablar de gastronomía francesa como de ingeniería nuclear con la mayor profundidad que les permite un viaje de 15 minutos, con solvencia, con autoridad. Aún sintiéndome un principiante, me deberé sentar entonces al volante de este taxi virtual para divagar sobre el tema, tratando de dar la mejor interpretación de lo que aprendí e imaginar un futuro probable, o al menos uno posible, quizás incluso -ojalá- otros imposibles.
Hablando de Inteligencia Artificial, el amigo Elon nunca falla, esta semana mi tuit introductorio se lo dedico a él:
(qué se traerá entre manos con ésto, difícil de imaginar, en fin).
Y sólo porque antes escribí “ésto” a propósito, gracias Pérez Reverte por tu lucha, que es la lucha de todos nosotros los tildistas:
Entonces… bajo la bandera, ahora sí empieza a correr el reloj. Nos vemos al final del viaje. ¿Trajeron efectivo? Miren que no tengo cambio.
Mainoritiripor
Me apasiona y me entretiene la ciencia ficción. Me doy cuenta de que los más admirados autores de este tipo de literatura (con Isaac Asimov y Philip K. Dick a la cabeza) no han sido simples alquimistas de textos imaginarios, sino que su base científica siempre fue impecable.
A fines de 2021, por ejemplo, cuando a Marc Zuckerberg se le ocurrió renombrar su empresa y machacar con la palabra Metaverso, se habló mucho sobre el origen del término. Y así volvió a la luz Neal Stephenson y su libro Snow Crash, donde se acuñó esa expresión por primera vez. Y no es de extrañar, entonces, que este autor del siglo 21 intente incursionar en los negocios asociados a esta “moda”, creando su propia empresa para tratar de sacar provecho, para dejar claro que no solamente es un teórico, sino que también quiere mojar sus pies en el agua y participar de este posible futuro activamente, intentar construirlo.
Predicciones, predicciones, predicciones. El futuro se construye en base al pasado, a las tendencias que fueron creando el presente, a los impulsos más o menos fuertes, incluso financieros, que empujan en una u otra dirección en el ahora. Y en esa construcción, tener disponibles herramientas de ayuda que puedan predecir futuros probables se torna diferenciador.
Vivimos un presente predictivo. Rodeados de una cantidad abrumadora de datos digitales al alcance de la mano, abundantes de abundancia excesiva, abusiva (ejem), libre, casi descontrolada. No es de extrañar, entonces, que la combinación de esa data infinita con la capacidad computacional en la nube y en los extremos creciendo a ritmo exponencial, lleve a adelantos científicos en el desarrollo de software antes inimaginables. La ecuación (casi) perfecta.
Philip K. Dick predijo las predicciones (quedó lindo y está bien así) de un modo un poco diferente pero no menos adecuado. Su relato corto arrancaba con ciertas alteraciones genéticas que acababan creando un mundo utópico donde se terminaba el crimen, porque se podía predecir. Termina mal (spoiler: o bien), claro, no puede ser de otra manera.
Me impactó mucho esa película en 2002. No solamente por el origen de la historia y el momento en que fue escrita (1956), sino por como la desarrolló Spielberg. Tanto que la he usado repetidamente como ejemplo de predicciones que se fueron cumpliendo, porque se notaba que podían estar al alcance de la ciencia, que su despliegue y masividad iban a depender de otros factores, como el hecho de poder encontrar un modo de uso intuitivo que penetrara los hábitos de consumo de la gente.
La primera vez que la referencié fue en una reunión de estrategia que tuve a fines de 2004 con los accionistas de la empresa donde trabajaba en esos años en Argentina. Recorría hace unos días, pensando en este ensayo, la presentación que hice en ese momento. Aunque suene bobo, guardé esa PPT hasta el día de hoy, casi 20 años después, porque me sentía muy orgulloso del trabajo que había hecho. No recuerdo si me entendieron, siquiera si les importó lo que les conté, yo tan solo (sin tilde, con tilde) era uno más entre varios tecnólogos en la mesa. Me hice el tecno-futurólogo e intenté imaginar las posibilidades de Internet en los siguientes 5 años. Mi resumen final era éste (si, con tilde):
2004… 5 años… no está mal, ¿no? Claro que cuando me imaginé el futuro de los medios, me quedé bastante corto, por no decir que la cagué. Bah, quizás no para 5 años, pero sí (¿con tilde?) para suponer las bases de lo que pasaría después. La información estaba ahí mismo, en el slide final que yo mismo mostré y que había desarrollado previamente, pero no la supe ver. Esto creía:
De hecho, ahí estaba la referencia a Minority Report, entre lo que mostraba esa película tan solo 2 años antes y lo que veníamos analizando de cerca:
Spielberg lo presentaba de un modo diferente, quizás se acuerden:
El USA Today, ¿sigue existiendo ese periódico? (chiste, chiste, ¡not!). Esa tecnología “e-ink” fue la base del primer Kindle, era lógico pensar así, me parece.
No los quiero aburrir, pero en el film también mostraban un posible futuro del abuso -ejem, ejem- en el uso de la data (como si fuera retail media, quien lo diría) y dos temas mil veces referenciados por la ciencia ficción, casi una obsesión para los escritores: los carros sin conductor y la realidad virtual.
Redipleierguán
No, no voy a hablar del Metaverso, ¿pero se dan cuenta de que con el título anterior se les vino rápido a la cabeza? Snow Crash —> Ready Player One —> Metaverso y vuelve el loop.
Si en el apartado anterior traté de elaborar un relato desde las tendencias que se fueron desarrollando en el pasado, quiero ahora volver a las Redes Neuronales, la base esencial del presente en el que vivimos, desde aquel pasado que construimos.
Ya que vengo usando referencias cinematográficas, ¿será que Luc Besson pensó que Leelo podía ser parte de una red neuronal en El Quinto Elemento (1997)?:
No creo, pero que buen ejemplo visual, ¿no?
Siento últimamente, y lo comentaba esta semana con compañeros de trabajo, que otra vez el Primer Mundo nos ha sacado una distancia enorme en conocimientos sobre algunas tecnologías. Creía que entrado el siglo 21 nos habíamos puesto casi al día en Latinoamérica. Hoy ya no, hoy siento de nuevo que estamos a años luz, que los chinos y los gringos se nos han vuelto a escapar (pobres europeos). El ejemplo más claro está en este tema. Y va a ser muy difícil volver a sintonizar, porque estas nuevas tecnologías ya formarán parte de un intrincado juego geopolítico, secretos militares, siga su ruta. Incluso, de fondo y como decía en mi ensayo anterior, creo que irremediablemente terminaremos en una Open Web que cada vez será más Web -enredada como telaraña- y menos Open. Ya lo predecía hace 5 años el New York Times.
Esta semana seguí con mi derrotero de obsesión investigativa y de aprendizaje continuo. Y aún cuando quería apartarme del tema, volvía una y otra vez esta cuestión: que la Inteligencia Artificial Generativa, que sus aplicaciones y los casos de negocio, que el dilema de la propiedad intelectual y el uso abusivo de la data. Y el futuro. Una y otra vez el futuro.
Como hice en otras oportunidades, quisiera dejarles estos aportes, que de eso se tratan estas largas catarsis que tengo aquí con ustedes: devolver lo que aprendo con un valor agregado, sumándole mi experiencia, mi carrera. Esta semana (ayer, precisamente) me han hecho -o me han querido hacer- sentir viejo, algo que no me había pasado antes. Creo que fue injusto, sentí esa voz de la inexperiencia en el trabajo, esa soberbia desde la teoría de la que he hablado en mi charla TED: la juventud se desperdicia en los jóvenes. Mi reacción no fue la ideal: caí en la trampa, me enojé. Me gusta trabajar en equipo, compartir en vez de compartimentar, construir juntos, cada cual en su rol, cada cual con su aporte y experiencia. Vino todo al revés y así terminó (por ahora). En fin, la vida sigue y hay cosas mucho peores, lo sé por experiencia. No puedo dejar de amargarme y sé que me va a dar vuelta por la cabeza por varios días. Pero también sé que debo enfocarme en esos otros (peores) temas importantes. Perdón que no tenga que ver con la cuestión que venía contando, pero sí creo que la reflexión suma en la misma línea -aportar mi experiencia-, que no todo es tecnología y negocios digitales, que también hay personas, equipos de trabajo y, lo más importante, las relaciones y el respeto.
Y precisamente en esa misma línea de aportes sobre las Redes Neuronales y la Inteligencia Artificial Generativa, me parecieron muy valiosos estos contenidos:
Luis Miguel, del poderoso equipo de LUMO Media Lab, me compartió esta nota que me pareció muy clara, concisa, instructiva: Las 5 Eras de la Convergencia de la IA. No solamente muestra la evolución de los algoritmos de Machine Learning hacia las Redes Neuronales, sino que se anima a pronosticar un futuro probable que seguirá (r)evolucionando, cuando los algoritmos, arquitecturas y modelos terminen de converger.
Hace pocas semanas se lanzó Artifact, el nuevo emprendimiento de los fundadores de Instagram. Y mientras voy usándolo y entendiendo su valor, tuve oportunidad de leer y escuchar la larga entrevista que Ben Thompson les hizo en Stratechery. ¿Será que Artifact puede convertirse en esa (r)evolución de los agregadores de información que logre cambiar el modo -y el negocio- de consumo de contenidos periodísticos a futuro? Los medios digitales hemos perdido la referencia desde las redes sociales, y el consumo a través de los buscadores cada vez es más intrincado y cada vez más incierto a futuro (hola Sydney, aquí Nadella cuenta cosas interesantes de ti). Precisamente Kevin Systrom y Mike Krieger hablan de esas pequeñeces, de como lograr el posicionamiento desde un “cold start”, como generar tracción con un producto nuevo, el enganche y la recurrencia. Pero también se meten de lleno en ML, y me llamó mucho la atención esta frase:
“… but I mean machine learning — I’m not sure how many of your listeners have direct experience with this, but the ones that do I think will commiserate — machine learning is a little bit like a dark art. It’s one of those things that doesn’t work until it works and there’s rarely an in-between. There are some days where we would wake up and just be like, “I don’t know that we can recommend articles to people. It seems like it should work, but I don’t know that this is going to work.” Then there are other days deep into the experience where we’d wake up and Mike would say, “I opened up my feed this morning and I’ve never seen such a reflection of me on a screen and this is totally going to work.”
Finalmente, también pude escuchar este podcast de The Next Big Idea, donde entrevistan a Cade Metz, periodista del New York Times, que en 2021 presentaba su libro, relatando la historia y la evolución de la Inteligencia Artificial de los últimos años. Habla de las Redes Neuronales, de uno de sus principales impulsores y cómo llegó a las grandes plataformas digitales, de los posibles sesgos y de qué sucederá si, y cuando, la inteligencia artificial supere la inteligencia humana. La entrevista es muy buena, veremos que tal resulta el libro:
Escáinet
“¿Y entonces, qué? ¿Qué de qué? ¡Eso, que qué hay de Escáinet, que no me asustes! Nada, que ya veremos, el futuro no existe, yo ya lo aprendí.”
Si ya vinimos del pasado construyendo el presente, y en el presente vamos construyendo el futuro: ¿hacia dónde vamos, posible o probablemente? Ya veremos, el futuro no existe… pero se crea, y dependerá de demasiados factores y muchos intereses, como siempre ha sucedido.
Sobre este último tema, me impactó y me preocupó un poco -debo decirlo- el Blog escrito por Sam Altman, de OpenAI: Planning for AGI and beyond. Si en Febrero de 2023, a pocos meses de haber lanzado su producto estrella, con más de 100 millones de usuarios mensuales activos en tan poco tiempo, con tanto ruido y algunas nueces ya partidas y otras en camino, se anima a hablar de ese posible futuro de la Inteligencia Artificial General, esa que puede (r)evolucionar el pensamiento humano… ¿será que ya lo siente cerca? (y no “más cerca”, como dice en su cita?
“As our systems get closer to AGI, we are becoming increasingly cautious with the creation and deployment of our models.”
Y, peor aún, si él mismo cree que de su parte puede hacer algo, pero no lo suficiente, porque depende de “la humanidad”, esa misma que sabemos que ha provocado bienestar, pero también sigue provocando dolor, sufrimiento, guerras (si, lo sé, insisto yo también, aún muchísimas cosas positivas), empiezo a pensar si no tendría razón Elon Musk, cuando en 2014 le decía al biógrafo de Steve Jobs:
Es ese mismo Elon que en su momento fundó OpenAI, pero que ahora parece más desquiciado que razonable, enfrascado en su red social enloquecida y promoviendo la creación de la competencia de su propio Franky. Y es Musk el que dice que si la AGI puede aprender por si misma, podría terminar creyendo que para eliminar el Spam, lo mejor es eliminar al que lo crea, el ser humano. Tenebroso, ¿verdad?
Solo para poner un párrafo sobre aquello que les decía que me preocupa (bah, esto también, ahora que me releo), ¿qué pasaría -o qué hubiera pasado- si estos algoritmos no tuvieran acceso a toda la data que les dejamos libre en Internet, sin regulación, sin control? ¿Qué hubiera pasado, o qué puede pasar si se combinan ambas preocupaciones y se toman decisiones de fondo contra el uso y abuso de la data? No sé, hoy no estoy lo que se dice optimista, creo que se nota, ¿no? Y por eso, los dejo con Skynet (bien escrito y sin tilde). Cada cual sabrá si estamos lejos, cerca o ante una imposibilidad:
¿Les gustó el viaje? ¿Los dejo en la esquina o acá está bien? Déjenme que paro el reloj y les digo cuanto me deben. ¿Ya les pregunté si trajeron cambio? Hasta la próxima…
Y ya saben, háganme caso: comenten, compartan, critiquen, apoyen. La verdad única no existe, es solo mi opinión. Espero que haya gustado, entretenido, instruido. Si llegaste hasta aquí, pídele a tu aplicación de IA preferida, querido héroe lector, que te resuma este texto.
Me encanta la conexión de los libros, las películas y de la ciencia ficción como motor de inspiración de escenarios y situaciones futuras, me llama mucho la atención la posibilidad de una AI General, sus capacidades y su potencial, sin embargo, no puedo evitar preguntarme para que quisiéramos tener una IA General en lugar de seguir desarrollando IAs “especializadas” y me gusta mucho cómo se plantea esta cuestión en este episodio de este gran podcast, lo dejo acá para alimentar la discusión https://open.spotify.com/episode/0bdu7tu0UChhR1ubelB3wm?si=XCCchnydSqi-4hy5Qwygow