No logro salirme de la rutina. Hay temas sobre los que quisiera profundizar en este espacio de largas reflexiones que estoy construyendo, que se me siguen represando: “el” Metaverso, por ejemplo, o la Web3 y el futuro del mundo digital, o los cambios regulatorios que se aceleran y van a provocar varios cismas en la Open Web, que cada vez va a ser más Web y menos Open. Pero, no me queda otra que volver una y otra vez sobre algunas cuestiones, porque semana que pasa, semana en la que vuelven a aparecer, que se me cruzan insistentemente. ¿Será que los algoritmos de recomendación de las plataformas ya me tienen muy bien mapeado, y entonces me presentan contenidos que me apasionan, aún cuando no sean nuevos, aún cuando, incluso, en algunos casos la coyuntura y los cambios acelerados los hayan pasado por encima? ¿Será mi burbuja, mi cámara de eco?
Por suerte o no, esta semana la Inteligencia Artificial Generativa nos ha dado un respiro. Las aguas se van calmando, como corresponde. Los indicios marcarían que las tendencias de los casos de uso y negocio posibles empiezan a tener alguna luz, modelos razonables, persistentes. Salimos de la sorpresa y empezamos a ver que hay algo interesante y relevante de fondo. Ojalá. Nos dará tiempo y perspectiva, incluso, para bucear sobre todo el resto de las posibilidades de este tipo de tecnología, más allá del ML, más allá del NLP y la CV, más allá de las T y las D y de todas las siglas, letras y acrónimos que tanto nos gusta usar para confundir, para hacer creer que somos especiales, diferentes, ¡únicos!. ¿Cómo que no sabés qué es Transformer? Vení, cachorro, vení que te explico, que hace 10 minutos lo acabo de leer en Wikipedia (¿ah, solo a mi me pasa? oook, maldita personalidad argenta).
La palabra rutina que mencionaba al inicio gira, da vuelta en U y me muestra la que creía que podía ser su posible antítesis: la palabra creatividad. ¿Se puede ser creativo si uno es esquemático y rutinario? Nunca me consideré una persona creativa. Quizás por mi formación académica centrada en las Ciencias Exactas, que me fue llevando a poner la lógica y lo racional por encima de otras cosas, fui creyendo que necesitaba a mi alrededor gente creativa, que yo no lo era, que mi rol era integrarlos, tratar de comprenderlos, identificar mis fortalezas y debilidades y ver como se podían complementar con las suyas, como en el Yin y el Yang, como ese taijitu que representa también (y tan bien) a la antítesis.
Y gracias a los algoritmos y a mis mentores cercanos, esta semana entré de lleno, y no sin temores, a la relación entre lo creativo y lo rutinario, a la incertidumbre del mundo actual y los negocios presentes y futuros (no importa el rubro, no interesa la industria) y algunas posibles salidas. Esas salidas que, como en el caso del laberinto, siempre estarán por donde uno menos espera. Si estás perdido, si quedaste mareado, de los laberintos se sale siempre por arriba. Está escrito… ¿o no?
Antes de entrar de lleno en tema, como ya espero que quienes me empezaron a leer puedan reconocer (gracias por sus comentarios, sus halagos, sus críticas constructivas), un breve remanso, traído a todos ustedes por los cambios erráticos y constantes de Elon Musk en su nuevo-viejo juguete de ocasión, en una serie de tuits que me emocionaron esta semana, en el sentido más amplio de la palabra emoción:
Elon, siempre el Elon provocador de Twitter:
Mi admiradísimo Vala Afshar, alma de Salesforce, de lo mejor de Twitter cuando uno quiere tener dentro de ese ambiente tóxico sus propios remansos, me recordó que la ciencia y la tecnología están, aunque a veces no nos demos cuenta, al servicio del bienestar de la humanidad:
The best use of technology is to improve quality of life. Watch people’s beautiful first expressions of hearing sounds for the first time.Se vale llorar, claro, como no, que esa es la esencia de la vida misma. Y si no lograste reproducir el video anterior, click al tuit y lo disfrutas dentro de esa plataforma.
Un resumen más que apropiado de la actualidad tecnológica y sus “modas” (¿se puede traducir así la palabra “hype”?):
Dicho sea de paso, por la forma en que uso Twitter, me gusta la manera en que separaron la sección algorítmica de recomendaciones de la zona cronológica de cuentas que uno sigue. Me ha permitido conocer nuevas personas y nuevos contenidos relacionados con lo que me interesa, incluso apartarme cada vez más de lo tóxico de esta plataforma. Como siempre digo: si se va de visita a New York, es decisión de uno mismo si prefiere caminar por el Bronx a la medianoche en vez de pasear por el MoMA de día. Las cloacas digitales son lo que quieras que sean para vos. Últimamente Twitter y LinkedIN son mis espacios digitales preferidos, mientras voy encontrando aplicaciones de la nueva generación, como Artifact o Poe, por ejemplo.
Retomo, entonces: ¿se puede aprender a ser creativo?
Creatividad for Dummies
Desde hace bastante tiempo estoy inmerso en el mundo de la innovación. Me toca, ha sido parte de mi rol por varios años. Pero, en los últimos cinco, me he debido meter mucho más de lleno, porque las disrupciones se aceleran y se me vienen cruzando faros españoles permanentemente. Es un ejercicio muy demandante, porque no encontré otra manera más que dedicar tiempo extra para aprender y reaprender: las noches, los fines de semana, en viaje al trabajo o de regreso a casa. Siempre evitando tener que perder calidad de vida personal y familiar, a veces sin lograrlo.
Y en este proceso de aprendizaje continuo autodidacta en el que me fui formando y que pretendo devolver en estos ensayos, cada tanto aparece un amigo que me pone delante de los ojos algo nuevo que me sorprende, me maravilla. No sé si es que tengo suerte o verdaderamente un ángel de la guarda me acompaña, pero ciertas cosas siempre me llegan a tiempo. ¿O será que termino leyendo y consumiendo contenido que va en línea con mis convicciones previas y solo me da más material para reafirmarme? Como decía Marty Baron, editor destacado del Washington Post:
Quien sabe, pero en este devenir errante, esta semana llegó a mis manos la nota reciente reproducida por Fast Company: “Esta es la única métrica de negocios que importa”, donde Jeremy Utley y Perry Klebahn, máximos responsables del d.school de la Universidad de Stanford, y autores del libro Ideaflow: The Only Business Metric That Matters describen su técnica para aprender a ser creativos. ¿Wait, WHAAATTTT? ¿Se puede entonces aprender a ser creativo? Bueno, parece que se puede.
Claro que ya tengo el libro, claro que estoy leyéndolo, claro que lo quiero poner en práctica apenas pueda. Y claro que lo recomiendo. Porque la creatividad es la esencia de la innovación, que no es una cuestión eventual, sino una práctica permanente. Según ellos:
La creatividad es un proceso que se aprende, es el arte de la resolución de problemas.
Un problema es cualquier cosa que aún no sabés como hacer. Y sabés que tenés (y no Renés, ¿guiensó Renés, amigo íntimo del autocorrector del iPhone que no deja en paz a los argentinos y su voceo?) un problema en las manos, en vez de una tarea, porque te mantiene despierto durante las noches hasta resolverlo.
Todo problema, al final, es un problema de ideas.
Y no se puede resolver un problema solamente buscando una idea de alta calidad. La cantidad precede a la calidad. Ideaflow es, entonces, la cantidad de ideas (aunque casi todas sean desechables) que podés producir en un período de tiempo.
La esencia del método es Ideaflow. Y la práctica permanente, como dicen, hace al maestro.
Esta relación de innovación, creatividad, problemas a resolver, ideas y método, aún en proceso de ordenamiento y encadenamiento dentro de mi cabeza, me fue llevando de nuevo a mi karma trabajo diario. Y en ese cruce permanente de lecturas, audios y videos, los algoritmos (de Spotify, en este caso) me pusieron de frente a Bob Iger. Otra vez. Como en tantas ocasiones en los últimos meses.
Me he dado cuenta de que Bob Iger, de nuevo CEO de The Walt Disney Company desde hace pocos meses, con sus 72 años a cuestas, es el personaje más innovador y disruptivo de toda la industria creativa y de medios del mundo occidental. Si, Hastings, andá a seguir preocupándote por el sueño y por Fortnite mientras aquí un viejito septuagenario te explica y te muestra como se transitan las disrupciones.
Bob el Constructor
Después de haber leído un par de años atrás, por comentarios de mi jefe, la autobiografía de Bob Iger, con toda la suspicacia que siempre me generan los relatos autobiográficos, autoindulgentes, autohalagadores y todos los autos de la concesionaria juntos, quedé intrigado por el personaje.
Alguien que decidió generar su propia disrupción en una organización del tamaño, relevancia y renombre de Disney, claramente merece atención. A alguien que se retiró proponiendo y nombrando a su sucesor, y empezó a moverse para poder postularse como candidato presidencial de los EE.UU., bueno pues, mejor tenerlo en el radar, buscarlo, verlo, escucharlo, entenderlo. No sea cosa que el patio trasero latinoamericano se convirtiese de la noche a la mañana en un gran parque de diversiones, al infinito y más allá, y nosotros acá sin tickets ni plata para pagarlos.
Y si el señor Bob tuvo que volver a sus faenas previas (aún con fecha de vencimiento pre-escrita) para encaminar algo que no salió como todos esperaban, a causa de los varios cisnes negros que vienen sobrevolando últimamente el mundo y obligaron a toda las empresas de medios a acelerar la búsqueda de rentabilidad de sus apuestas en streaming, mejor escuchar y ver que estuvo diciendo de la industria mientras estuvo de opinador externo, para entender como va a hacer ahora para comerse su propia mierxx.
Y resulta que Bob, el gran Constructor de este nuevo siglo, fue y sigue siendo (o aparenta muy bien ser) muy coherente. Sorprendentemente coherente.
En cada entrevista en que lo veo y escucho, él mismo se muestra humilde y admirador de la tecnología, tan cercano a los creadores y creativos (vaya, ahí estaba la relación con mi punto anterior) como de Silicon Valley. Tan apasionado y respetuoso de la historia de su propia empresa como de la innovación y el futuro (72 años, ¿se entendió?). Tan seguro de la solidez y excelencia de sus contenidos, la base de todo, como de la necesidad de creación de franquicias y esquemas de distribución directa para poder explotarlos. Tan cuidadoso del negocio como de los modelos de organización, de su flexibilidad y adaptabilidad y de la gente (¿cuántos cambios de modelos operativos promovió y llevó adelante en Disney en sus tiempos de CEO?).
Y en sus relatos, como en su libro, vuelve una y otra vez sobre otro personaje icónico, complejo y disruptivo, con quien se relacionó fluidamente: Steve Jobs.
Por eso, antes de entrar de lleno en el último contenido de Iger que me maravilló en esta semana, quisiera provocarlos para que -una vez más- vean la circularidad del mundo digital, con estos videos de y sobre Jobs que se centran en estos temas que aquí vengo destacando: innovación y creatividad (con métodos basados en flexibilidad y agilidad).
Jobs sobre la adaptabilidad y la innovación del ser humano, inserto en un tuit nada menos que de uno de los fundadores de Netflix, Marc Randolph (sin querer, vuelvo a GPT, interesante lo que Randolph destaca en tu mensaje):
Jobs sobre la agilidad organizacional necesaria para mantener el liderazgo, incluso en una gran corporación:
Jony Ive (la mano derecha creativa de Jobs), sobre la necesidad de foco, incluyendo las difíciles renuncias que eso implica, como la base del éxito de un producto:
Y así llegamos a la realidad de la industria de medios (creativos) de 2023. Las crisis económicas y financieras de los últimos 2 años, sumadas a tristes eventos políticos, sanitarios y humanitarios, han creado una tormenta perfecta.
En el inicio -o en el medio, según sea el caso- de una ágil y acelerada transición hacia lo digital de las empresas audiovisuales más importantes del mundo, en medio de su pivot, estos cambios de rumbo han creado forzadamente nuevas métricas, nuevos desafíos, nuevos objetivos. No importa que -como bien decía Doug Shapiro en su detallado y muy argumentado informe sobre el negocio de Streaming- se pretenda comparar la salud y solidez de un negocio maduro como el del cable y la TV tradicional, aún en marcada potencial decadencia, con el de un nuevo negocio digital incipiente y naciente. Es claro que la TV tradicional y por cable tuvieron en sus comienzos las mismas métricas, los mismos resultados, la misma curva de adopción y rentabilidad que el streaming. No, incluso peor, en algunos casos. Interesante entender que, en ciertos casos, algunas tecnologías que pueden penetrar en los hábitos de consumo de la gente y revolucionar un modelo, quizás no se desplieguen por falta de apoyo financiero, por cuestiones externas del mundo mismo.
Y es por todo lo anterior que las palabras centradas y experimentadas de Bob Iger se hacen más importantes. Porque este señor constructor no solamente opinó desde afuera, sino que le tocó construir -precisamente- eso mismo sobre lo que hablaba, con éxitos y fracasos, antes y ahora otra vez. Y es ahora que le toca volver y tomar la piedra caliente, para intentar enfriarla. Que el mundo financiero y la economía son, por sobre todas las cosas, disciplinas sociales basadas en la confianza. Y su primer informe a la bolsa de hace pocas semanas generó eso: confianza. Le tocó ser el maestro del quedar bien con todos, o con casi todos. Esto recién empieza -de nuevo- para él. Veremos si lo logra, si siguen confiando, si le da la salud, el cuerpo, el espíritu. Por el bien de la industria de contenidos creativos, espero que si.
Entonces, leyendo la transcripción de su presentación a la Bolsa, uno debe volver a ver con admiración aquella entrevista que le hicieron para Code 2022 en agosto/septiembre del año pasado:
Y escucharlo hablar de “precipicio” sin que le cambie la expresión. Que precipicio significa caída abrupta, no otra cosa.
Pero, sobre todo, me resultó impactante oírlo esta semana en una entrevista que le hizo Chris Dixon, un tipo complicado de un VC con tipos complicados como Andreessen Horowitz, junto con Sonal Chokshi, expertos ambos -como se ve en el nombre del show- en la Web3. ¿No sabés que es un VC? Vení, cachorro, vení que te explico…
Una entrevista que, como decía, los algoritmos de Spotify me pusieron por delante. Que no es de ahora mismo, sino que se publicó en diciembre de 2022. Pero no solo eso, sino que la misma descripción refuerza que se hizo meses antes, quizás en la misma época que el video anterior:
Una larga entrevista, como se puede ver, en la que no esquiva ningún tema:
Su relación (en contrapunto de la de Bob Chapek) con los creativos de la empresa y la relevancia de entenderlos, respetarlos, acompañarlos. Un ejemplo de empatía, de relaciones interpersonales.
La importancia de los contenidos de Disney como esencia, fundamento, cimiento de todo. Cimiento como sinónimo de aquello que no se ve, que a veces uno da por sentado, pero sobre lo que se construye todo el resto. No cimiento como sinónimo de algo de poca importancia, sin belleza. Sin cimiento no hay nada, las casas (los negocios) se caen. Sin contenidos, no hay nada en esta industria. Cada uno sabrá que tan sólidos son los suyos.
Porque decidió ir “all-in” al mundo del Streaming. Spoiler: sí, porque la tecnología cambió todos los paradigmas previos sobre el contenido como Rey, sin importar la ventana de distribución.
Sobre la Data, la Data, la Data… como base para entender al consumidor y sus hábitos.
Sobre los modelos de organización, el “accountability” y los límites en la delegación de responsabilidades en quienes saben de cada tema.
Sobre el precipicio -otra vez- y que tan cerca se está de su borde.
Sobre que “streaming wins” pero “not all streamers win”.
Finalmente: sobre el futuro tecnológico, la Web3, AR/VR y el Metaverso. De nuevo, insisto: UN SEÑOR DE 72 AÑOS CON UNA SOLIDEZ ASOMBROSA EN CADA TEMA QUE TOCA.
Entren, vean, escuchen, seguramente cada uno de ustedes encontrará alguna frase para responder, para reafirmar su propio paradigma de Marty Baron.
Chapeaux Mr. Iger, well done.
Antes de despedirme, como en ocasiones anteriores, un último remanso visual que espero sepan disfrutar, de gente creativa que me rodea, como les conté previamente (aunque yo también resulte ser creativo, a mi modo, según parece):
He tratado de ser más breve, lo intento, pero no sé si me sale. Hoy probé ser un poco menos irónico, ¿más serio? También voy variando el estilo, para practicar, para aprender y ver que vuelve. De más está decir, por si no se dieron cuenta, que para mi es mucho más importante que sigan los links y consuman los audios y videos embebidos, a que me crean todas las huevadas (se nota que buscando el subrayado encontré el tachado en Substack) largas frases que escribo para rodear ese contenido (je, guiño guiño).
Y ya saben: no dejen de comentar, compartir, criticar, apoyar. La verdad única no existe, es solo mi opinión. Espero que haya gustado, entretenido, divertido, instruido. Si llegaste hasta aquí, de verdad, sigues siendo mi héroe.
Has tocado un tema que es fascinante para mi, hace varios años vengo intentando demostrar que la creatividad no sólo es cuestión de talento sino también de método. Todos absolutamente todos los seres humanos tenemos la capacidad innata de crear, de ver más allá, lo que sucede es que muchas veces nuestros modelos mentales y educativos van coartando esa habilidad. Te invito un café solo para que conversemos de este tema, me encantaría poder compartirte los “estrellones” que me he hado en el camino, te adelanto uno, por mi formación de ingeniera de sistemas, hace 10 años prototipamos un software para generar ideas creativas 😅 llegó a la Copa Mundial de la imaginación de Microsoft aunque técnicamente era inviable pero hoy, con mucho de lo que mencionas en el post, creo que su momento ha llegado!! Lo podríamos trabajar juntos o miedo? Jajajajajajajajaja