El Mundo Digital es Circular
El Día de la Marmota: todo se relaciona con todo, gira, gira y vuelve a empezar
Uno de los mentores de mi carrera profesional hace mucho tiempo me decía, muy acertadamente, algo así como “tené mucho cuidado de no cerrar puertas cuando quieras dejar un trabajo. Siempre es mejor irse por la grande. No te olvides que el mundo es redondo y de tanto caminar seguramente te vas a volver a encontrar con las mismas personas más adelante”.
Para mi ha sido casi un mantra y lo he extendido más allá de las cuestiones laborales. Tanto es así que estoy absolutamente convencido de que el mundo digital cumple cabalmente esa premisa: todo se va relacionando y cada tantos años los modelos se repiten, una y otra vez. Y, como si fuésemos aprendices, volvemos a caer en los mismos errores, en las mismas trampas que nos proponen las disrupciones -reales o no tanto-, hoy digitales, mañana vaya uno a saber de que tipo.
Pensaba en esto durante la semana, cuando trataba de entender -para llevar a la planificación y la acción- varios acontecimientos que se iban sucediendo en el mundo online, aparentemente sin conexión, algunos en ámbitos públicos, otros en entornos privados de mi trabajo. Y me daba cuenta de que si se observaban desde alguna distancia, se podía ver el círculo que los concatenaba y los encerraba. Cierto es que en algunos casos la relación era bastante natural y en otros me tuve que contorsionar un poco y me terminaron doliendo los músculos de la espalda para lograrlo, también un poco porque quería opinar aquí de eso. Pero creo que lo logré, espero que ustedes también coincidan. A qué me refiero, qué cosas me llamaron la atención esta semana:
Los anuncios, lanzamientos y “peleas escondidas” en relación con la Inteligencia Artificial Generativa (si, vuelvo al tema, culpo a Google y Microsoft por ello).
Los cierres trimestrales de las BigTech en la Bolsa, con confesiones de errores de gestión de sus CEOs y los consecuentes despidos masivos de profesionales de diferentes áreas.
Cómo esas tensiones se han extendido a la industria tradicional de Medios, que se ha volcado al mundo Tech y MediaTech.
El impacto de todo lo anterior en los hábitos de consumo digital de las personas. ¡Aháaaaaa! —> Hábitos que cada día se acercan más a un consumo intuitivo y natural acompañado (en un rol de copiloto, idealmente) por la Inteligencia Artificial. ¡Listo, círculo cerrado, pufffff, costó pero ya verán que lo lograré!
Ahí vamos entonces, ayúdenme a distender los músculos, permítanme llevarlos por esta historia del Mundo Digital Circular. Confieso que a medida que voy escribiendo los detalles que tenía apuntados, este post me va quedando largo, larguísimo. Es finalmente un ensayo, no un post, no un newsletter. Ya decía que LinkedIN no me alcanzaba porque me limitaba la inspiración, pero tampoco espero que mis aportes sean usualmente tan extensos como este. Ojalá no los moleste el fin de semana, ojalá no pasen de largo, ojalá no pongan cara de susto ni se aburran en el medio. Si es necesario, les prometo al final una sorpresa, un premio, algo (¡NOT!). En fin… “it’s up to you” dirían los gringos. Anímense, vamos, confíen en mi…
Pero… antes de entrar de lleno en estos temas, me gustaría tomar unas líneas extras para dos cuestiones alejadas de lo profesional, pero muy importantes para mi:
Empecé a mirar en mayor detalle algunos newsletters que yo mismo consumo, y me he dado cuenta de que los míos no tenían buena estructura visual. Como hace demasiado tiempo que trabajo en la industria creativa generadora de Propiedad Intelectual, no quise copiar y pegar imágenes de Internet. Embeber y linkear si, es la esencia de la Open Web, copiar no. Peeeeero… tengo la bendición de vivir rodeado de personas creativas, que seguramente me van a permitir usar sus obras para ilustrar mis mensajes, aunque no tengan necesariamente que ver con el tema a tratar. Será un breve remanso visual, para mi y para ustedes, en medio de temas usualmente “ásperos”. Espero que este intento de mezclar negocios, tecnología y arte sea de su agrado, queridos amigos. A quienes recurrí:
Por un lado, a mi esposa Verónica, un ser de luz que, además de ser ingeniera en sistemas, es una excelente artista plástica. La imagen de cabecera que elegí para identificar mi newsletter/blog es una obra suya, en ese momento aún en progreso, que refleja la Avenida 9 de Julio de Buenos Aires en primavera, con sus jacarandás en flor. Una explosión de color.
Por el otro, a mi hermano Pablo, ingeniero electrónico y fotógrafo aficionado, a quien también recurriré para “robarle” las maravillosas fotos que crea (no, no “saca” fotos, las crea). Como ven, ambos profesionales de formación académica en ciencias duras pero con corazón artístico.
Mucho más importante, algo triste pero imprescindible de decir y pedir: esta semana todos nos hemos impactado con el trágico terremoto en Turquía y Siria, imágenes y videos devastadores. No nos queda más que lamentar los muertos y admirar a los rescatistas y algunas de sus historias de vida recuperadas. Pero, también es momento de ayudar. Un gran amigo turco y su esposa me hicieron caer en cuenta de que todos podemos hacerlo, aún desde la distancia. Si pueden, háganlo también. Todo ser humano necesita la solidaridad del otro: plata, insumos, alimentos, ropa, todo sirve. Es ahora, es urgente. Gracias.
El Día de la Marmota Digital
Cada 5 años, aproximadamente, aparece alguna nueva categoría de productos y/o servicios digitales que puede, o no, convertirse en un negocio. En una industria de poco más de 25 parece poco, pero es mucho, demasiado les diría, principalmente porque en todos los casos sucede más o menos lo mismo, como si fuese el Día de la Marmota Digital:
Arranca con oportunidades que se venían incubando desde hace algún tiempo (años, incluso décadas), con intentos de masificación fallidos que no lograron tracción, en algunos casos imperceptibles para todos. ¿La primera tablet fue de Apple? No señor, el primer intento fue de Microsoft a mediados de los ‘90 y, quizá, si seguimos hacia atrás, encontremos que Xerox hizo algo en PARC en los ‘60/’70, quien sabe.
Luego aparece alguna disrupción, avance tecnológico y/u originalidad que provoca el efecto deseado: la falta de fricción en el uso intuitivo, la adopción temprana que provoca contagio, el crecimiento en los hábitos de consumo de la gente, la exponenciación, la viralidad, el abaratamiento de costos. ¡Pum, listo! La nueva moda que genera un nuevo negocio, efímero o persistente. Quien mejor lo ha explicado con su teoría de las ”6Ds del Crecimiento Exponencial”, que presenta en detalle en su libro “Bold”, es el gran gurú del futurismo Peter Diamandis, uno de los fundadores de la Singularity University (les juro que había un video mucho más impactante visualmente, pero no lo encuentro, lamentablemente):
Parece demasiado fácil cuando Peter explica. Demasiado difícil para que suceda: 99% de fracasos, 1% de éxitos que todos quieren replicar.
Porque, claro, cuando los tiburones huelen la sangre, todos se aproximan a su nueva víctima. Y así es que los VCs deciden financiar un segmento de posible negocio suculento y lo inundan de dinero. Y ahí nacen los clones, todos parecidos, todos prometiendo conquistar el mundo en sus planes de negocios. Dicho sea de paso, otra lección que alguna vez me enseñó un compañero de trabajo: innovación no necesariamente es originalidad. Ideas originales hay pocas, excepcionales, pero se puede innovar incluso replicando la idea de otro, ojalá mejorándola, aunque no siempre sea así (hola SnapchatInventorDeStoriesAlQueAplastaronSuCrecimientoConLasStoriesDeInstagram).
El siguiente paso es lógico: no hay para todos. La Ley de Metcalfe mete la cola y el consumo queda concentrado en 1, 2, a lo sumo 3 jugadores en este mundo globalizado e hiperconectado, donde todo está a un click de distancia (bueno, un swipe, un tap, perdón, me quedé en los ‘90). Aquel que genere el efecto de red se queda con (casi) todo. Uno gana mucho, un par más apenas subsisten, el resto… ¿qué resto? Ejemplos hay miles, no solo en la industria TIC. La economía de plataformas digitales de la Web2 se basa en esa ley de los efectos de redes y en el modelo de negocios multisided platform (chau Snapchat, hola Clubhouse, BeReal y tantos otros). La primera vez que lo viví de cerca fue en el año 2000, en Argentina: luego de la desregulación de las telecomunicaciones, hubo una inundación de proveedores de fibra óptica y Datacenters en Buenos Aires. Todos los planes de negocio eran similares: todos prometían que al menos la mitad del mercado corporativo se convertiría en sus clientes fieles. Parecía Londres o New York… pero era Buenos Aires, Argentina. La combinación del exceso de oferta con la reducción de la demanda por la explosión de la primera burbuja de Internet y la crisis económica endémica de Argentina hizo efecto. Decía en esa época que los Datacenters se habían construido para poder almacenar los infinitos kilómetros de fibra óptica que sobraban y se iban a desenterrar. La fibra no sobró, los Datacenters…
En algunos casos, incluso el negocio en sí mismo es efímero. ¿Todavía te han sobrado cupones de Groupon? Quizá haya espacio en esos Datacenters de Buenos Aires, si aún no se convirtieron en restaurantes elegantes con chefs famosos de Palermo Tech, con panes de masa madre y menús de 10 pasos. ¿Cuál es el nuevo candidato de los 2020s? ¿Serán las aplicaciones de entrega de domicilios convertidos en SuperApps-WannaBe al estilo chino, alguna otra WannaBe que aún no vemos nacer?
Quiebres, reducciones, consolidaciones, adquisiciones, grandes ganadores, grandes perdedores. Una y otra y otra vez, cada 5 años, cada 3, cada 7, cada 10. ¿Nada aprendimos de la burbuja o el negocio -genuino, pero para pocos- anterior? Nada, alguito, algo en el mejor de los casos. Un mundo circular…
La Pelea de los Bullers
¡Qué semana! Google amagando anunciar para arruinarle la fiesta a Microsoft. Microsoft anunciando con bombos y platillos, pero que mejor aguarden en lista de espera, ya los vamos a atender. Google anunciando que anuncia pero su herramienta no conoce nada del espacio exterior y las acciones caen casi un 8%, aún cuando su CEO había dicho que ellos iban a ser más responsables.
¿Qué está pasando? Mucho, demasiado y de verdad apasionante. Como les comentaba antes y leo y escucho recurrentemente en varios análisis, la Inteligencia Artificial es una disciplina que lleva evolucionando y madurando desde hace varias décadas. Me tocó estudiarla en la universidad en los ‘80 y ya no era nada nuevo.
¿Qué cambió ahora? Lo que decía Diamandis: el momento de la D-isrupción. Se viene la etapa de crecimiento exponencial. La Inteligencia Artificial es una disciplina amplia y que aún está en desarrollo temprano. De aquí a llegar a la AGI (General) hay aún un muy largo trecho. Aquí solo estamos viendo la disrupción de los motores de Machine Learning relacionados con dos disciplinas: NLP (Natural Language Processing) y CV (Computer Vision). Y ahí adentro, principalmente el despliegue de dos algoritmos de ML que han logrado masividad y tracción: Transformer y Diffusion. De experimentos a casos de uso. De casos de uso a casos de negocio. De la Disrupción a la D-emocratización. En ese camino estamos y nos ha llevado en la semana a esta pelea solapada (?) entre dos gigantes: Alphabet y Microsoft. Dos bullers grandotes que se la vienen dando y debiendo desde hace rato:
Microsoft perdió foco peleando en la Internet de los ‘90 para dominar casi monopólicamente el acceso online a través de Internet Explorer y MSN, y en esa pelea se perdió la oportunidad de los buscadores, la Internet móvil y las redes sociales de los 2000s. Pareció entonces preferir el mercado corporativo y dedicarse al software que cubriese todas las necesidades de cualquier empresa, desde los puestos de trabajo hacia adentro. Pero siempre, siempre miraba de reojo y con ganas al consumidor final: Hotmail, XBox, el maldecido Internet Explorer convertido en Edge, LinkedIN, Windows, Office. ¿Alguien recuerda como se llamaba su reproductor de música de la época del iPod? Salieron juntos, si mal no recuerdo, seguro Tony Fadell cuenta mejor la historia en su libro Build.
Mientras tanto, Google se le metió en la casa y, no solamente lo castigó con Google Search, GMail, Chrome, Android, sino que también le puso Office en la nube… ¡Y GRATIS, tamaño irrespeto! Vino a cenar, no lavó los platos y además se sentó en el sillón a mirar la tele con el control remoto en las manos.
La venganza es un plato que se sirve frío, dicen, y aquí estamos, en este renacer de Microsoft desde el ascenso de su nuevo y vigoroso CEO (que envidia cuando un nuevo liderazgo logra penetrar en la cultura de una organización de ese tamaño e inspirar a todos), en una lucha de talentos indios, devolviéndole los favores a Google, no solo con lo que sucedió esta semana, sino también mirándolo desde arriba en la lucha por el Cloud Computing, entre otras iniciativas.
Lo insólito de la cuestión es que tanto Transformer como Diffusion son dos algoritmos desarrollados y/o potenciados por Google Brain, el laboratorio de investigación en Inteligencia Artificial de Alphabet. Y, sin embargo, no fue Google quien primero encontró la llave de un despliegue masivo. ¿Sorprende? Ya verán que quizás no.
¿Por qué creo que suceden estas cosas? Tengo mis ideas, y las voy a dar en el siguiente apartado. Pero no quiero dejar este tema solo en la mirada de la pelea entre estos acosadores digitales, sino que me resulta imprescindible dejar mi opinión como trabajador de la industria de medios informativos y creativos, generadores de empleo, de cultura y propiedad intelectual, pero también como ciudadano de este mundo.
¿Cuál ha sido la esencia de estos despliegues masivos de los últimos meses y la fuente de mi preocupación, tanto profesional como personal?:
Por un lado el uso y abuso de la captura y procesamiento de datos digitales. La historia de siempre: si un producto es gratis, el producto eres tú. Ahí estuvimos todos aportando a la construcción de los cimientos necesarios para estos algoritmos.
Por el otro, la falta de reglas claras para la utilización derivada de material protegido con Propiedad Intelectual y Derechos de Autor.
Y finalmente, ¿qué huella de carbono están desplegando estas iniciativas?
Estos algoritmos de ML para NLP se basan en lo que se denominan Large Language Models (LLM), que requieren una infinita cantidad de datos para estar preparados para responder adecuadamente, como se ve bien claro en su implementación y nos sorprende a todos. ChatGPT tiene hasta ahora datos que llegan a 2021. Bard parece no imponer esa restricción. Pero: ¿de dónde salen esos datos, cómo se capturaron, con qué autorización, cómo y dónde se almacenan, cómo se procesan? Se habla poco de esto, casi solapadamente. Nos extraña que muy recurrentemente ChatGPT falle, que nos avise que no puede procesar nuestras consultas. De fondo lo que sucede es que se queda sin capacidad computacional para hacerlo. ¿Cómo se resuelve? Con más servidores en la nube que puedan procesar los requerimientos. No, los Datacenters de Buenos Aires ya no están disponibles, pero el menú de 10 pasos está listo cuando quieran. Entonces: datos -personales, protegidos, con derechos, etc.- que no se sabe bien como se consiguieron (no encontré información que explique claramente eso) y una huella de carbono que solamente tenderá a expandirse, al menos en el corto plazo. Por supuesto, como decía en mi post anterior, esto recién empieza y seguramente encontrarán solución para cada problema. Pero… ¿cuándo? Y mientras tanto, ¿qué sucederá con las “víctimas” que puedan quedar en el camino? Por ejemplo, la gran preocupación de la industria periodística sobre el uso no autorizado de todo su archivo de contenido informativo, el trabajo de miles de periodistas profesionales, y la posibilidad de que los buscadores no necesiten derivarles el consumo a sus propios sitios web para que la gente se entere de lo que pasa en el mundo. Algo que, como dice la nota de NiemanLab, quizá se podía entrever ya desde 2011. O, en la misma línea, contenido creativo protegido con derechos de autor, que aparentemente es la fuente de esas hermosas imágenes que se obtienen con Dall-E y Stable Diffusion. A Getty no le gusta esto, ¿imaginan cuánto puede demorar un reclamo judicial en esta línea?
El Día de la Marmota… digital… ¡marmota!
Disruptors being Disrupted
Intenso el tema, ¿no? ¿Vieron que se necesita un remanso visual? Un poco de “Paz”…
No, disrumpir no es un verbo en español, al menos no para el Diccionario de la RAE, pero parece que están en eso. Mejor, suena horrible.
Lo que les está pasando a las BigTech, en mi opinión, es lo mismo que le ha venido sucediendo a aquellas empresas de esas industrias a las que les provocaron dolores, a las que se les metieron en sus negocios incumbentes, solo que ahora son los disruptores (ok, tampoco existe, pero esta me gusta un poco más) los afectados: “Disruptors being Disrupted”.
¿Y qué reacción están teniendo cuando les sucede esto? Bueno, por lo poco que se va viendo, la misma que aquellos de los que ellos se mofaban por ser poco flexibles, por no adaptarse a las nuevas realidades, por ser poco ágiles, por no entender que, en el fondo, los usuarios se benefician, por blablabla blebleble bliblibli (¿ya dije que la venganza es un plato que etcetcetc.?).
¿Por qué Facebook se queja de Apple y su implementación ATT que protege los datos personales de los usuarios de iOS? Porque le afecta su negocio. ¿Apple está extremadamente preocupado por la privacidad de sus clientes? Puede que si, ya lo decía Steve Jobs en algún momento. Pero… Apple ya facturó más de 4 mil millones de dólares de publicidad digital el año pasado, no seamos ingenuos. Disruptor being disrupted + El Día de la Marmota, marmota.
¿Quién se acuerda de AOL, qué está sucediendo con Yahoo!? Early Disruptors were disrupted, a long time ago.
Finalmente, ¿por qué Google no fue pionero en la implementación de su plataforma Transformer, integrándola en su buscador? Dice que por responsabilidad de manejo de información verídica. Puede ser, es una razón justa y con los problemas regulatorios que está teniendo por izquierda y por derecha, mejor no ganarse nuevos, ¿no? Pero, no nos engañemos, el negocio es el que vale. Si generarse su propia disrupción en el negocio principal le podía costar entrar en una zona de incertidumbre, de reducción de ingresos publicitarios en el peor momento (más de la mitad de los suyos vienen de este producto, precisamente), de tensiones internas, de nuevos problemas con los generadores de contenidos, pues mejor alargar la agonía y tratar que los competidores no lleguen, ¿verdad? ¿Suena conocido? Disruptor being disrupted. ¿Está comprometido su futuro? Creo que no, tiene demasiadas armas para defenderse y volver a atacar. Es un grande de verdad, en todo el sentido de la palabra.
Yuval Harari describía ese hipotético futuro para el mundo del marketing y la publicidad en su libro 21 Lecciones para el Siglo XXI. Y en ese futuro, que ya se está construyendo, y cuyos primeros pasos son estos avances significativos de los últimos meses, dejaba una reflexión, un interrogante, para el momento en donde los “Bard con esteroides” logren unir eficientemente lo que ya tienen hoy con un conocimiento más íntimo de cada persona que los consume. Decía esto:
“… En el mediano plazo, esta acumulación de datos abre el camino a un modelo de negocios radicalmente diferente, cuya primera víctima será la misma industria de la publicidad. El nuevo modelo está basado en transferir la autoridad desde los humanos a los algoritmos, incluyendo la autoridad de elegir y comprar cosas. Una vez que los algoritmos elijan y compren cosas por nosotros, la industria publicitaria tradicional quebrará. Consideren a Google. Google quiere llegar a un punto donde le podamos preguntar cualquier cosa y obtener la mejor respuesta en el mundo. ¿Qué pasará una vez que podamos decirle a Google, ‘Hola, Google. Basado en todo lo que sabes de carros, y basado en todo lo que conoces de mi (incluyendo mis necesidades, mis hábitos, mi visión del calentamiento global, e incluso mis opiniones sobre la política del Medio Este), ¿cuál es el mejor carro para mi?’ Si Google puede darnos una buena respuesta y si aprendemos por experiencia a confiar en la sabiduría de Google en vez de nuestros sentimientos fácilmente manipulables, ¿cuál podría ser la utilidad de la publicidad de carros?”
¿Cuánto creen que falta para esta hipotética realidad?
Cada vez que me ha tocado hablar de estas cuestiones en los últimos 10 años, prefiero recurrir a la ironía, a un disparador que me ha servido muchísimo, porque afloja las tensiones de las personas (al menos que se rían antes de preocuparse, quizá logre que le echen la culpa a alguien más, en vez de a mi):
Cada incumbente, cada disruptor se ha encontrado, se está encontrando o se encontrará eventualmente con algún gallego pícaro que le dirá que se corra un poco. No que se vuelva por donde venía, solo que se corra un poco. Pero, claro, somos demasiado grandes, demasiado importantes, demasiado soberbios quizás. “Que yo no me corro, que te corres tú”. “Bueno, es que no puedo (no debo, no quiero)”. Si había espacio para todos, ¿por qué correrse y no adaptarse juntos? Disruptor being… ya se entendió, ¿no?
Los Billonarios andan en bicicleta
Y mientras todo lo anterior sucede circularmente, hay algo que sí comienza a pasar casi por primera vez: las BigTech vienen sufriendo en el mercado financiero, sus acciones arriba de una montaña rusa, sus ejecutivos perdiendo la sonrisa y todos corriendo a aprenderse el nuevo manual del alumno aplicado, todos haciendo mea culpa, todos yendo a rezar a los altares de Wall Street. Lo extraño y perverso del caso es que, a pesar de poder entender que ante una realidad económica mundial diferente se debe reaccionar a tiempo, no dejo de tener la amarga sensación de la exageración. Vean por ejemplo lo que Jon Elrichman mostraba en estos días:
Dinero no parece faltarles a todas estas empresas que siguen presentando balances en negro, salvo que sea que el signo $ no signifique dólares estadounidenses sino pesos argentinos o bolívares venezolanos (mentira, sí son dólares).
¿Y la Bolsa?:
Que decirles, amarga sensación de exageración y postura. También es cierto, para balancear la opinión, que durante la pandemia habían crecido desproporcionadamente su staff y que la realidad de hoy y hacia adelante tiende a ser diferente. Cuando se pone en perspectiva, la cosa no parece tan dramática, como lo muestra Yahoo! Finance. Pero sé de buenas fuentes, que han sido muy desprolijos en los despidos de sus profesionales. Si han sido ejemplo de cuidado de la gente, ¿por qué tan inhumanos ahora? Inentendible.
Como tan claramente se describe en el Podcast de Peter Kafka: ¿por qué las empresas Tech siguen en problemas cuando la economía norteamericana parece ir arreglándose?, no hay una explicación única, es una multiplicidad de factores, casi una tormenta perfecta que ahora les toca vivir a ellos.
Aquel mantra, ese slogan corporativo de Google, “Don’t be evil”, ha quedado, lamentablemente, solamente en eso: un slogan.
La nueva Industria MediaTech
En un ciertamente complejo panorama de la economía mundial, la industria creativa no podía ser la excepción. Estando además en medio de una transición, una transformación natural desde un negocio sólido que aún persistirá por un largo tiempo hacia otro aún un poco abstracto, con bastantes incertidumbres, lo peor que podía pasarle es que se le cruzaran Cisnes Negros a destiempo. Pues bien, si puede pasar, pasará. Y pasó. Aquí estamos.
Así como dicen los charrúas: “si Brasil estornuda, Uruguay se resfría” (lo solían decir también de Argentina, boeh), en estos momentos sucede que si las BigTech tosen, las MediaTech se pescan una neumonía, suave pero de cuidado al fin. Eso no significa falta de buena salud, sino también necesidad de acomodarse -incluso exageradamente- a algunas nuevas realidades.
Si Disney, con una diversificación única de sus fuentes de ingresos y negocios alrededor del entretenimiento, no puede evitar tener que complacer a todos, para apaciguar a los inversores más activistas y poder manejar razonablemente bien su abultadísima deuda, que puede quedar para todos los demás que estaban recién despabilándose y comenzando a moverse o tan siquiera viendo que hacer. Toca seguir, buscar ejemplos, planear el futuro con consistencia pero sin locuras, de un modo ágil. Otear el panorama, estudiar, seguir dando pasos hacia adelante, salir de la zona de confort, meter los pies en el agua. Analizar, predecir y aprender.
Un buen ejemplo para seguir de cerca, con todas las diferencias que seguramente tienen dos industrias creativas “primas lejanas”, es lo que viene sucediendo con la música, como bien analizan aquí en The Verge:
Ese recorrido por la historia y respuesta de la industria discográfica a las disrupciones, cómo se logró acomodar -al menos por un tiempo- y los desafíos que puede tener hacia adelante, es un espejo que adelanta. El impacto, como se escucha, no está solamente en las empresas sino también en los creadores. La música parece vivir 5 años en el futuro, mejor aprovecharlos para beneficio propio. Aprender del círculo digital. No volver a caer en el Día de la Marmota, marmota.
Ya me voy, ya me voy, no me echen
Y entonces, ¿cómo se cierra aquí el círculo de ese Día de la Marmota digital? Navegamos hasta ahora por algunos puntos en común que cruzan horizontalmente todo el relato, espero haber sido claro al destacarlos: negocios, platas, profesionales, modelos similares, innovaciones, disrupciones, audiencias. Y aquí está, creo, el punto más relevante: las personas que consumen en este universo online. Aquí es donde quisiera dar mi última reflexión que, como decía al principio (ya sé, que largo camino les hice recorrer, pero no digan que no les avisé, me tomé el trabajo de ir para arriba en mi redacción y agregar una frase de alerta sobre este ensayo que terminé escribiendo), me permitiría redondear -vaya verbo- los conceptos.
Al final del día, lo que todos los participantes de esta industria ansiamos, por sobre todas las cosas, es conquistar a nuestros clientes (usuarios, personas, audiencias). No solamente tener un contacto eventual, sino fidelizarlos, hacerlos nuestros máximos recomendadores, crear una comunidad de doble vía con ellos. Ese es el Santo Grial para todos: dicen que donde está la gente, está el negocio. ¿Y saben qué? Cada día es más difícil, al menos en mi experiencia, después de trajinar tanto tiempo en este negocio. Los hábitos de consumo digital de las personas son demasiado maleables, breves, efímeros, sobre todo desde hace 4 o 5 años.
Vivimos en una economía de la atención (no ahora, todo el Siglo XX fue así), donde cada vez existe una mayor abundancia de contenidos para consumir, más “distractores”, más participantes en la creación. Pero… el día sigue teniendo 24 horas. ¿Cómo destacarse en medio de tantas opciones, con tantos algoritmos, con tan poco tiempo libre? De paso, y hablando de abundancia digital, también es Diamandis el que da cátedra de eso, para el que guste profundizar y terminar de entender el dilema en el que vivimos.
Todos los días aparecen nuevos intermediarios entre el consumidor y el contenido a consumirse. En el origen era una relación directa: uno iba a comprar un periódico o encendía una radio o la TV y elegía el dial. Luego aparecieron los primeros: los operadores de cable y su grilla de programación que cambiaba de ubicación los canales a cada rato. En el mundo digital alguien dijo muy tempranamente que quería organizar toda la información del mundo y ahí nos fuimos como incrédulos detrás de ese espíritu sin maldad. Luego llegaron los teléfonos inteligentes, las redes sociales, los algoritmos, los algoritmos, los algoritmos. ¿Ya dije los algoritmos?
Y hoy vivimos en un mundo digital algorítmico. Y, por si no se dieron cuenta, hace bastante tiempo que esos algoritmos están basados en inteligencia artificial, centrada en la captura masiva de datos de comportamiento y personales de cada uno de nosotros. ¿Alguien se preocupó por leer los términos y condiciones de las plataformas? Claro que no: por el efecto de redes son 3 clicks (ok, ok, son 3 taps, ya entendí) y para adentro. Siempre me causó gracia eso, hasta que ya no me causó más gracia. Como dice Eddie Izzard:
Y aquí estamos, intermediados hasta los tuétanos. Y ahora… asombrados y admirados por la Inteligencia Artificial Generativa que nos permite escribirle y que nos responde maravillosamente bien. No se olviden de Harari. “It’s up to you!”.
Chau. Gracias por leerme. No dejen de comentar, compartir, criticar. La verdad única no existe, es solo mi opinión. Espero que haya gustado, entretenido, divertido, instruido. Si llegaste hasta aquí, eres mi héroe.
Creo que soy uno de tus héroes 😊 Llegué hasta el final, Marcelo. Me alegra leerte. Se nota que disfrutas, y eso es lo importante porque, como bien dices, «los hábitos de consumo digital de las personas son demasiado maleables, breves, efímeros», y siempre cuesta crear esa “comunidad de doble vía”, que comentas, en medio de tanta dispersión de la atención. Yo, que intento bloguear a menudo, sé que la gracia está en disfrutar el proceso y olvidarse del resultado, que ya vendrá (o no), pero «nadie te quita lo bailao», y lo que has aprendido investigando y hablando contigo mismo mientras escribes. En cuanto a lo que explicas del «mundo circular», es verdad en el sentido de que nos repetimos en los errores y que nos encontramos a la vuelta de la esquina con problemas parecidos que se nos atravesaron hace unos años. Van y vuelven. Algunas veces es así («tropezamos con la misma piedra») y sorprende que no aprendamos pero, en realidad, a menudo lo que pasa es un poquito diferente. El filósofo japonés Hiroshi Tasaka lo llama la «Ley del Proceso Espiral Ascendente», porque según él, «el futuro está en el pasado pero revivido con un nuevo valor». Lo que yo veo muchas veces es un comportamiento en espiral más que circular. Ese espiral se eleva invadiendo nuevos espacios de creación que nos recuerdan a puntos equidistantes del pasado, pero que nunca son iguales, siempre esconden sorpresas nuevas. Bueno, te seguiremos leyendo y, recuerda, se trata siempre de disfrutar, de «escribir para comprender», como me gusta decir. Un saludo!!
Excelente trabajo Marcelo, muy claro, bien argumentado, con una secuencia histórica que nos permite entender hasta dónde llegamos y cómo llegamos hasta aquí.
Y finalmente nos deja pensando.
Un párrafo aparte es el trabajo de ambos artista, que le dan al artículo un toque muy especial.
Felicitaciones Marcelo
Ricardo Viaggio