Estoy decidido a inventarme y registrar un nuevo término para referir a la mezcla de la creatividad y la inteligencia artificial. Quiero que sea un standard para todos, que se use mucho -sobre todo en plataformas digitales y medios- y que pueda cobrar derechos de autor. De eso se trata, ¿no?: poder vivir el resto de mi vida de los royalties y heredar a mis hijos una buena renta mensual a perpetuidad, como en aquella película de Hugh Grant.
Lo que aún no decidí es si va a llamarse CreativiDencia Artificial o CreativiGencia Artificial. Ambas tienen sus pros y sus cons, claro. En la primera parece mezclarse la palabra clarividencia, y resulta interesante porque en la creatividad hay mucho de eso, sobre todo en su tercera acepción: los creativos tienen ese don de percibir lo inusual. En la segunda, surge la palabra vigencia, y no hay nada más actual, con más vigor en este presente que todo este rollo de la Inteligencia Artificial generativa, ¿verdad?
En cualquier caso, no empiecen a usar ninguna de estas acepciones hasta que las registre, por favor. Bah, quizás si, que si acá quedan escritas y documentadas ambas, puedo alegar mi autoría: vayan viralizando ambos términos por ahora. ¿Cómo que no se puede registrar una palabra y ganar plata con eso? ¿Solo obras? Ok, habrá que cambiar las leyes de copyright, aquí los espero mientras tanto, que para mi una palabra es una obra. Así soy, escueto en mi capacidad creativa.
Esta semana han pasado -y me han pasado- cosas interesantes que creo que logran mezclarse para crear un relato, una vez más.
En lo personal he tenido la fortuna de conversar con una querida y admirada amiga que -entre otras cosas- me daba tres consejos sobre estas sagradas escrituras que propongo cada semana. Voy a intentar hoy usar al menos uno de ellos: escribir (algo) más corto. Ya, que también algunos otros amigos me lo habían sugerido antes (WZ, MP, los tenía en cuenta; no sean vagos, lean). No creas, PA, que los otros dos consejos no los escuché, ya veré cuándo y cómo los aplico. Aprovecho para confirmar con mis respetados seguidores:
Por otro lado, desde lo propio hacia lo relacionado con la industria en la que trabajo desde hace décadas, me impactó mucho la demanda judicial hacia Ed Sheeran de parte de los herederos de los derechos de Ed Townsend, coautor de una canción popularizada por Marvin Gaye. Es que, además de profesional de este negocio centrado en los contenidos, soy apasionado por la música, aficionado, ¡muy aficionado! Amante del jazz, el funk, el soul, el R&B, pero, sobre todo, del talento (cosa que no tengo) y la buena música, muy ecléctico en mis gustos.
Soy muy malo para los nombres y las letras, pero muy bueno para recordar las melodías. Tuve que buscar y escuchar ambas canciones para saber de qué trataba el asunto. Y honestamente no podía creer que se llevara hasta los estrados un reclamo tan obviamente amañado. Como bien explican en este video, hablamos de progresiones armónicas, ¡acordes básicos de la música moderna y popular!:
De curioso nomás, me puse a leer más del asunto. Evidentemente hay algo de prejuicio hacia los pelirrojos, sino no se entiende que no sea la primera vez que Sheeran deba responder en la justicia por sus obras. Ya decía en el reclamo anterior, que también ganó:
“Hay solo algunas notas y muy pocos acordes en la música pop, es probable que ocurra una coincidencia si se lanzan 60,000 todos los días en Spotify. Son 22 millones de canciones al año, y solo hay 12 notas disponibles. Espero que este fallo signifique que en el futuro se puedan evitar reclamos sin fundamento”.
No, no se pudieron evitar. Coincido con él y hubiera sido triste que perdiese por las progresiones obvias y repetidas del pop y cumpliera su amenaza de dejar la música comercial. Claro que no pude sacarme de la cabeza en toda la semana ni Thinking Out Loud ni Let’s Get It On y ahí anduve tarareando, escuchando, tocando y hasta desafinando a los gritos en falsetto, como un bobo. Gracias por tanto Ed y Marvin, “reverendo” de final trágico. Gracias por tan poco, herederos y abogados buscapleitos, busquen casos serios, búsquense una vida, no hagan como Hugh.
Ya entrando de lleno en el tema que quiero comentar hoy, y muy en línea con este día de la marmota digital eterno del que no salimos más en la industria creativa y de contenidos y su intersección con la tecnología digital, la pregunta que tocaría hacerme es: ¿en la lista de amigos perdidos por culpa de mis relatos deberé agregar a quienes están en el negocio de la música? Espero que no, pero quien sabe, crucemos los dedos para que si leen, lo usen solo para sus propias reflexiones y me perdonen si cometo errores. Lo hago porque creo que corresponde, amiguitos, disculpas por adelantado.
Data is the new Oxycontin
Todo es culpa de la acumulación infinita de datos y la aceleración de los tiempos digitales. Solo resta saber entender el contexto en el que vivimos y hacia donde nos dirigimos. Ya lo decía Tim O’Reilly en su columna de opinión Data Is the New Sand:
Data is not the new oil. It is the new sand. Like silicon, which makes up 28% of the earth’s crust, it is ubiquitous and is only made valuable by an enormous set of industrial-scale processes. Silicon is an essential raw material in the metal-oxide-silicon semiconductor, but we do not ask ourselves the question “What is the value of sand?” The value is clearly created by the new ideas and manufacturing processes that use silicon as a raw material and in the applications that semiconductor chips in turn make possible. Semiconductor manufacturing requires years of research and development, immense capital investment in new manufacturing processes and further inventions to use the chips in ever more creative ways.
So it is with data…
… Data is the new Oxycontin.
Like an opioid, data is highly addictive and dangerous when overprescribed, but extremely useful when prescribed correctly. It is harmful when companies turn it against their users to enhance their profits or competitive position, but beneficial when it is used on behalf of the people from whom it is collected.
This metaphor is far more productive. It leads us to ask what benefits come from having so much data, what harms it creates when it is misused and how to limit those harms.
Ya en estos últimos tiempos la cosa venía poniéndose caliente en el universo creativo. De hecho terminaba así mi ensayo de la semana pasada, cuando me refería a los gatekeepers digitales:
… y esperemos -ooooooootra vez, como hace 25 años, en otro Día de la Marmota infinito- a ver como resuelven las discográficas sus problemas de clonación de voces con estas mismas herramientas de machine learning. Que si, que en este caso también tienen razón, que no es igual usar los datos acumulados de manera derivativa que usar los datos para terminar creando una imagen personal similar al original sin autorización. Pero… ¿no es muy loco que todo se repita insistentemente? ¿Será que debe aparecer un NapsterGPT primero, para que luego de varios años infructuosos terminemos en un SpotiGPT que les de algo de paz temporal? Y eso hasta que todos terminemos escuchando solamente música creada con Inteligencia Artificial, mientras hacemos de cuenta que los verdaderos creadores de carne y hueso siguen creando desde su inspiración y no con algún copiloto al lado. ¿Nos lo creemos? ¿Nos importaría acaso el proceso creativo o solamente el resultado?
Y justamente esta semana se encadenaron dos eventos que me llamaron mucho la atención, no por originales, sino por lo que puedo percibir por detrás, con una lectura un poco más profunda, entre profesional y pura y empáticamente humana:
La persistencia de esos problemas generados por la música creada con Inteligencia Artificial, data acumulada para la automatización inventiva, como introduje la semana anterior.
La huelga declarada por los escritores de Hollywood, reclamando por el presente incierto, por un futuro impredecible, por desbalances obvios, con apoyo que varios artistas y personajes famosos han dado, algunos desde sus propios altares, digamos todo, que la culpa de un Gini tan alto en la industria es suya, señor ejecutivo, no mía. “Hablando de mía: la mía ya me la depositaron, ¿verdad?”
Como en otras ocasiones, trato de tener una mirada realista, centrada en el consumidor, que es lo que, en general, hace imbatible e irreversible cualquier situación de este estilo. De fondo, lo anterior: como personas buscando momentos de distracción, entretenimiento, información, incluso inspiración y emoción: ¿nos importa acaso el proceso creativo o solamente el resultado? ¿El contenido, la obra, la interpretación (grabada o en vivo), el artista, el autor? ¿Todo, algo, nada? Y más allá, ¿creemos que lo que nos inquieta hoy, lo que nos importó en el pasado, nos seguirá preocupando en el futuro? ¿O nos iremos adaptando a las nuevas realidades y olvidando los hábitos anteriores? Ya nos ha pasado, no nos engañemos, los ejemplos cunden.
Es que creo que ambos problemas tienen bases similares, aunque no lo parezcan a primera vista: una vez más, los cambios constantes provocados por las disrupciones digitales, el derrumbe del statu quo. Creo, entonces, que se debe mirar con cristales diferentes a los usuales, principalmente porque quizás la cuestión se torne imparable, se haga lo que se haga.
Si tengo que resumirlo (toca resumir, ¿no?), creo que hay 4 ángulos que se atraviesan y complementan:
Los avances tecnológicos molestan, sacan a cualquiera de su zona de confort, no se terminan de entender en el momento, y solo tienden a acelerarse
Leía esta semana un larguísimo tuit de Doug Shapiro muy alineado con el tema (dicho sea de paso, que incómodos son estos nuevos formatos largos, Elon, gracias por no dejarme embeberlos más). Relataba su propia experiencia en Time Warner, y cómo es casi imposible frenar una disrupción, aún cuando se ve venir:
Firms don’t get disrupted because they don’t understand the disruption process or see it coming. They get disrupted because companies operate in complex ecosystems of stakeholders with misaligned interests: employees (including well-paid, powerful executives), unions, vendors, distributors, board members, shareholders, etc. Disruption is often like a tidal wave. You can see it coming from far away, but there’s not a lot you can do.
La industria de la música ya lo ha vivido hace más de 20 años y, aún cuando parecía que había superado el tsunami, de repente se encuentra otra vez mirando a la distancia el próximo que se avecina. ¿Qué debe hacer ante este nuevo embate? ¿Qué pueden hacer los ejecutivos, trabajadores, autores, artistas?
Es muy interesante el comportamiento de los diferentes actores en este momento clave: parece que en ese remanso intermedio no se prepararon para lo que podría repetirse. La pregunta de fondo es si había manera de hacerlo.
Incluso dentro de los mismos grupos de interés no existe uniformidad: así como hay artistas de primera línea que rechazan los nuevos modelos a través de sus representantes y sellos, otros con algo menos de relevancia, como Grimes, deciden tomar la iniciativa y adelantarse al futuro:
“I'll split 50% royalties on any successful AI generated song that uses my voice. Same deal as I would with any artist i collab with. Feel free to use my voice without penalty. I have no label and no legal bindings”
Quizás sea porque tiene menos que perder y puede ayudarla a destacarse: “no label, no legal bindings”. Metallica versus RadioHead, modelo 2023.
Y, como en el caso de los escritores de Hollywood, una cosa es la punta, otra muy diferente la base de la pirámide. Miles de autores y creadores que difícilmente puedan llegar a la cima se agrupan y aprovechan una oportunidad, como describe esta interesante investigación de Vice: “Inside the Discord Where Thousands of Rogue Producers Are Making AI Music”.
Hoy se esconden detrás de seudónimos, publican casi de forma anónima. Buscan innovar y descollar entre tanta abundancia, aprovechándose de figuras conocidas, si, pero creando. Con seudónimos, escondidos, anónimos… nunca se vio algo así en el mundo de la música. ¿Alguien imaginaría a una banda de rock maquillada para que no les conozcan sus caras, un dúo cantando con cascos, agrupaciones virtuales en conciertos de cartoons? ¡Pamplinas!
Del otro lado de la cadena, finalmente, la disyuntiva de Google: ¿apoyar el avance de la Inteligencia Artificial y el uso indiscriminado de datos, estresando las definiciones legales del fair use para aprovecharlo en su negocio principal, o cuidar su negocio de relaciones con los sellos en Youtube? La serpiente al fin se muerde su propia cola.
En general, los talentos creativos están desconectados de la realidad del negocio digital y eso no ayuda en la transición
Me llamó mucho la atención la postura que tomaba Snoop Dogg, mientras apoyaba la huelga de los escritores. Fue gracias a un aviso temprano que pude ver el video donde exclamaba “¿Dónde mierda… está el dinero?”. Y cuando entré en el detalle de sus declaraciones, no dejó de sorprenderme su candidez, su supuesta ingenuidad:
“I don’t understand how the fuck you get paid off of that shit. Somebody explain to me how you can get a billion streams and not get a million dollars?… That’s the main gripe with a lot of us artists is that we do major numbers… but it don’t add up to the money. Like, where the fuck is the money?”
Amigo Cordozar, ¡si hasta tienes tu propia empresa! ¿No tienes un buen asesor que te haga pasar menos vergüenza? ¿Nadie te muestra los estados de resultados de Spotify, sus pérdidas millonarias aún hoy, luego de recorrer casi 15 años de vida? Si me pagas, te hago un resumen y te explico. ¡Ocho dólares, diría Musk! ¡No, mejor a million!
Y del otro lado, con el mismo síntoma, aún sintiendo empatía y solidaridad con lo que este conocido escritor menciona en su relato, también me extraña su frase: “These companies are not pivoting to streaming because they have a passion for innovative technology. They’re doing it because it’s profitable”. ¿No ha leído nada de la industria en donde trabaja desde hace años? No sé donde ve rentabilidad en el mundo del streaming. Solo Netflix por ahora. ¿Alcanza? Las reglas de juego serán diferentes, es muy probable. La Inteligencia Artificial que rechazan entre sus reclamos podría ser su aliada, si supieran entenderla.
Las regulaciones y legislaciones cada vez están más ancladas al pasado
Aquí está gran parte del meollo del asunto. Como decía en la introducción, si aún IRL suceden cosas como las de Ed Sheeran, si aún hoy nadie sabe como interpretar las leyes y hacia donde dirigir los esfuerzos con la Inteligencia Artificial, será muy difícil definir un camino claro hacia el futuro.
Que el Copyright con sus reglas complejas y llenas de agujeros e interpretaciones locales en medio de un mundo digital globalizado, que el Fair Use como salvavidas temporal vaya uno a saber hasta cuando, que la diferencia entre el uso directo de un contenido con derechos o el uso derivativo dentro de una marea de datos para la construcción de conocimiento colectivo.
Mientras nada se aclara, se producen casos irrisorios como el de un creador que termina recibiendo una factura para pagar los servicios legales de la empresa a la que exigió que retiren su contenido de los datasets.
Nadie sabe para donde ir, eso está claro. ¿Los europeos? Quizás, habrá que ver donde terminan. Tenía esperanzas en la propuesta de Lina Khan en el New York Times, pero me resultó un texto lleno de obviedades y sin propuestas concretas.
Si seguimos en este camino, como decía en estos días Benedict Evans, todos terminaremos cantando Ice Ice Baby mientras nos movemos al ritmo del bajo de John Deacon, sin importarnos de donde surgió la cosa.
Al final somos todos humanos, ¿no?
Si, los reclamos son justos, tanto de los escritores por la recompensa a su trabajo, como de los músicos y miembros de la industria discográfica por la irrupción de nuevos jugadores inesperados aprovechándose de sus nombres (¿de sus obras?).
Disfrutar las creaciones de personas talentosas es maravilloso, pero quizás aquí también estamos viviendo un momento con ciertos excesos que se puedan o deban corregir. Muchas veces esas correcciones nacen de la mano de las disrupciones. Balances que se encuentran, al menos temporalmente, de forma inesperada.
En esto, no tengo mucho más que aportar, solo que a lo mejor sea efectivo empezar a pensar como adecuarse, a buscar lo bueno dentro de lo malo, adaptarse, como siempre hizo el ser humano. No es el primer tipo de trabajo, ni el último, que sufre cambios radicales. En algunos casos, incluso, que desaparecen mientras se crean otros nuevos.
Me maravillaba, una vez más, la suerte que creo que tengo al construir estos ensayos. Hoy mismo, mientras tomaba un descanso en la escritura, leía el Newsletter de Trung Phan que llega también los sábados, pero más riguroso en sus horarios. Y justo, justo, justo, hoy hace referencia al mundo creativo: Steve Jobs, Rick Rubin and "taste".
Y creo que es un muy buen resumen final: siempre la gente talentosa, con “buen gusto”, encontrará la manera de seguir destacándose en medio del ruido y de la incertidumbre. No creo que exista un autómata que pueda contra eso.
Algún día podía pasar. Y terminó pasando más temprano de lo que esperaba. La mejor manera de cerrar hoy es con un homenaje al talento creativo musical. Para reivindicar que, más allá de lo que pueda ocurrir a futuro con esta intersección tecno-creativa casi imparable, el ser humano puede ser una máquina perfecta, al menos para muchos otros seres humanos que disfrutamos, nos emocionamos y nos divertimos gracias a ellos.
Espero no vivir el momento en el que una herramienta automatizada pueda generar tantas emociones positivas como las que me ha dado Les Luthiers, no podría tolerarlo. Empecé a verlos en 1979 y no paré hasta hoy. Pero, esta semana pasaron por Colombia despidiéndose definitivamente de las actuaciones.
Si, ya no era lo mismo sin Rabinovich, sin Mundstock, sin Núñez Cortés, aún sin Acher, y sin embargo para mi era pura nostalgia, admiración y diversión ver incluso esta última formación.
Reí sin parar hasta caerme de la silla del teatro en más de una ocasión, con dolores de estómago y falta de respiración. Me maravillé con cada instrumento inventado, con cada demostración de talento musical, con cada género que tocaban con igual destreza.
Lloré esta semana, lo confieso. Aún ahora al escribir estas últimas líneas.
De entre tantas varias veces que reí, recuerdo mucho ésta, que aquí les dejo para su propio goce:
Y esta despedida… Los voy a extrañar hasta el infinito. Gracias, solo y tanto como eso: ¡GRACIAS!
Como siempre digo, la verdad única no existe, son solo mis opiniones, que quiero que contrasten con las suyas. Mi experiencia, mi conocimiento a través de la información. Espero que les haya servido, instruido, divertido, que los haga pensar. Muy honrado de que me hayan acompañado hasta aquí.
Para los que llegan por primera vez, algunos tips sobre este Newsletter:
¿Por qué escribo? Porque quiero devolver a la comunidad profesional de la industria de medios y la industria digital todo lo que he aprendido en estos más de 30 años de trabajo. He tenido muy buenos mentores que me han enseñado, he trabajado y sigo trabajando mucho, toca entregar lo que sé. La reflexión la hice después de preparar y dar mi Charla TED, me parece que es el momento adecuado.
¿Dónde encuentran mis ensayos? Aquí, en www.liberini.com, en LinkedIN, Facebook y Twitter. Por favor suscríbanse, y si les interesó, comenten y compartan. Todo aporte me resulta valioso.
¿Por qué escribo así? Porque soy así, un poco irónico, un poco sarcástico, un poco sentimental, un poco curtido ya. Un poco soberbio y cabrón, claro, también. Soy argentino, ¿qué más decir?
¿Qué imágenes uso? Como tengo varias décadas trabajando en la industria de contenidos, soy muy respetuoso de la propiedad intelectual, el derecho de autor y el uso de imágenes de terceros (porque sé lo que cuesta producir y crear, como para que cualquiera se lo lleve por ahí). Entonces solamente uso embebidos (de Youtube, Twitter, Spotify, etc.), pero si quiero insertar una imagen, debería pedir autorización y no tengo tanto tiempo disponible. Decidí entonces recurrir a mi familia creativa: las pinturas son de mi esposa Verónica, artista plástica; las fotos son de mi hermano Pablo, fotógrafo. Ambos ingenieros. En ese caso, las imágenes no tienen que ver con el tema, pero me pareció bueno que los conozcan porque son muy talentosos. Me estoy quedando sin insumos y quise aprender más de cerca sobre las herramientas generativas de Computer Vision. Por eso incluí algunos de esos “originales”, también, en ese caso creados con Midjourney.
¿Dónde más pueden verme, escucharme, leerme? En general aquí, pero también tengo algunos otros espacios donde he estado hablando. Traté de poner una sección en el sitio web para ir actualizando con las invitaciones que me llegan. Aquí lo pueden ir viendo. Suscríbanse aquí abajo, por favor…
Primero, me gusta más la palabra, “creativigencia”. Segundo, debo confesar que se me había convertido en un rito divertido ir leyéndote por fases a veces en un mismo día, aveces en varios jeje pero igual disfruté este post aunque me hicieron falta los momentos de disipación mental con esas bellas obras de arte que compartías... Y Tercero, Croacia 🤣