Epifanías
"Información no es conocimiento. La única fuente de conocimiento es la experiencia. Se necesita experiencia para adquirir sabiduría" (Albert Einstein)
420. Si: 420.
Es lo que puse: 4-20, 20 del 4, 20 de Abril. Ni que fueran “fumones”, ¿no? Bueno, tal vez Elon si. Digamos que no se escondió ni se privó de parecer un marihuanero, como mínimo casual, en aquella conversación con Joe Rogan. ¿Pero tú también, Zuck?
Mi nueva hipótesis es, entonces, que los ejecutivos de Silicon Valley quizás sean, como decirlo… mejor no decirlo, solo sugerirlo. Sino, me resulta difícil de entender porqué eligieron una fecha tan icónica para sus últimas decisiones de impacto hacia la prensa:
Por un lado, Facebook decidió usar este día particular para hacer desaparecer sus Instant Articles, herramienta en algún momento imprescindible para acercar los contenidos de los medios periodísticos a las audiencias digitales. ¿Acercar, dije? Inundar, sería una mejor descripción;
Por el otro, Twitter quitó los adorados chulitos azules para quien no le entregue a Musk sus 8 imprescindibles dólares mensuales. Justo esas palomitas símbolo de status, que ahora no representan más que unos pocos billetes cada 30 días, y que terminan poniendo a todos en un plano de igualdad, en un modelo de socialismo capitalista absurdo, el colmo del oxímoron. Digamos que, en este caso, Mr. Elon al menos hizo causa común con otra de sus empresas, y aprovechó para reventar su charuto gigante de 120 metros el mismo día. Casualidades de la vida, causa y efecto, karma en estado puro. Ahí te van mis ocho verdes para la reconstrucción, amigo.
Más allá de la relevancia irrelevante de las cuentas verificadas, lo verdaderamente complejo en el caso del Pajarito es que también terminó de arruinarla esta semana con las identificaciones de los handles de medios públicos. Que no es lo mismo un medio independiente financiado total o parcialmente con impuestos, como la BBC por ejemplo, que un medio público “de gobierno”, digamos todo. Mejor me alejo de Latinoamérica, donde a punta de pauta oficial discrecional, hasta algunos medios privados se retuercen, se doblan pero no se rompen. Gobierno y Estado, parecido pero diferente, y ahora todo mezclado en el nido azul californiano. En fin, que 4-20 también es la fecha de un nacimiento nefasto para la humanidad, quizás en este caso sea por ahí la analogía…
Y como esta semana pasaron estas cosas y varias otras más en el universo del periodismo y sus ecosistemas digitales, me acordaba de un evento de hace poco más de 5 años y me preguntaba si no será que esos “humos” en verdad nos han ido llevando a un sueño lisérgico permanente. Es que no pueden acumulárseles tantas situaciones juntas en tan pocos días a este relator. Tanta casualidad simultánea parece de película.
De ahí es que me puse a reflexionar, a recordar el pasado, la historia, el presente, a pensar en un futuro probable o imposible. Intentar estar a la altura de esa frase de Einstein del subtítulo (¿será de él realmente?) y encadenar información con (mi) experiencia para tratar de generar conocimiento y poder compartirlo. No, no se me va a ocurrir ser tan soberbio como para terminar hablando de sabiduría. Seré argentino pero no para tanto.
De eso va esto hoy: con la realidad digital que estamos viviendo y los indicios que quiero presentar, ¿nos animaríamos a predecir un posible futuro del periodismo? ¿Del periodismo escrito, al menos? ¿De los medios periodísticos, al menos de al menos? Juro que me detuve varias veces en la frase anterior, porque de verdad no quiero incomodar a nadie, solo hacernos pensar más allá del día a día que nos agobia. La escribí y reescribí varias veces y aún así no estoy convencido. Porque lo que voy a intentar poner blanco sobre negro puede resultar molesto, pero me parece necesario. Porque de ninguna manera me arriesgaría a concluir nada sobre lo que pueda suceder más adelante en el tiempo, que eso nos toca construirlo a todos, entre todos, en lo laboral, lo profesional, en lo personal, en lo humano. Pero, dependiendo de lo que cada uno defina, de las fuerzas del mercado, de las tendencias, de las coincidencias y las divergencias, de las coherencias e incoherencias, quizás ésta termine siendo la historia de una posible profecía autocumplida. Ojalá que no, estamos a tiempo. O no.
Desde hace ya varios años, un reconocido consultor del periodismo mundial, el respetado Greg Piechota, viene hablando de las teorías del bundling y el unbundling del consumo informativo. Él las usa principalmente en el contexto de las suscripciones y las distribuciones en plataformas. Pero esas mismas palabras se utilizan una y otra vez, repetitivamente, en el presente de los medios, en la construcción de fidelidades alrededor de un tipo de contenido, en las dificultades de la creación de comunidades persistentes alrededor de una marca. No sólo le sucede al mundo periodístico, también en el entretenimiento parece que nos resulta más sencillo confundir a nuestras audiencias que acercarlas.
Y es que si uno recorre la historia, no es que precisamente la información naciera empaquetada. No voy a llegar hasta Gutenberg, pero así como en algún momento nos acostumbramos a enterarnos de las noticias del día agrupadas en un solo periódico de papel, en el siglo 20 ya lo desempaquetamos y nos fuimos hacia los otros sentidos: el oído con la radio, la combinación audio-visual en la TV. La atención, es decir, la teoría de la atención en su máxima expresión. Parecía que ya estaba todo dicho, entonces: periodismo escrito, periodismo radial, periodismo televisivo. Parecido pero distinto, cada cual empaquetaba a su manera, y la gente consumía cada plataforma a lo largo del día.
Hasta que apareció Internet a romper todo, como de costumbre. Empezó con la palabra, siguió con la voz, terminó con la imagen, y vaya uno a saber que sigue. Lo divergente fue unido, que periodismo es uno solo y podemos crear una página web que contenga texto, imagen, audio y video. Aunque, claro, el periodismo digital es de menor jerarquía, que a estos chiquitos les falta sentido común, ¿nocierto? No.
Pero también lo previamente ensamblado fue separado, que la gente ya puede buscar -o ser buscada y encontrada- y elegir qué quiere consumir (o eso imaginamos, jajajajaaaa). Podemos desempaquetar por marca, por segmento de interés, por tipo de contenido, por plataforma, por geografía, por tiempo, por momentos del día, por lugar de consumo, por dispositivo, por forma de llegar al tema, por cada pedacito del mismo. ¿Podemos o creemos que podemos?
Así estamos… y hacia allá vamos. Que el próximo paso viene más a fondo por el lado de los datos, los parámetros, los tokens (si, hasta las sílabas de una palabra logramos desempaquetar), los prompts. Ya no hablamos de millones, sino de billones y trillones. En fin…
Este espacio previo para respirar antes de ir de lleno al tema se ha vuelto un poco complicado de reproducir, una vez más por culpa de Elon (a quien, por cierto, le tengo también cierta admiración), que sigue castigando a Substack innecesariamente. Pero bueno, para quien quiera clickear (o tapear), les dejo dos momentos históricos de evolución tecnológica, de la mano de Jon Erlichman, que valen la pena ser recordados con un poco de nostalgia:
El 19 de Abril de 1965, Gordon Moore (recientemente fallecido) postuló su ley, que se ha venido cumpliendo casi a rajatabla en estas décadas de crecimiento exponencial.
Un video inglés sobre la Internet de 1994 que hoy puede resultar un poco gracioso (“se dice cringe, papá”).
Les decía que la acumulación de novedades de estas últimas semanas me hacía imaginar que vivíamos un sueño lisérgico, el guión de una película. Si la profecía depende de nosotros, el resultado quizás no(s) lo tengamos merecido, ya verán, ya veremos… ¿Qué tal The Matrix: píldora roja o píldora azul? Elige tu propia aventura, si te dejan.
De Manifiestos y Epifanías
No fui yo el de las epifanías, no soy tan místico. Fue Zuck. O al menos esa fue mi conclusión en aquellas épocas.
Corría el año 2017 y Mark se iba dando cuenta de que sus (¿sus?) datos se le filtraban como arena entre los dedos y que su producto ya era “too big to fall, too big to fail”. No, Cambridge Analytica salió a la luz 1 año después, pero todo se iba relacionando con todo. Entonces, parece que se asustó (o eso quiso hacernos creer), redactó un Manifiesto que ya marcaba a las claras para donde iba apuntando, y se fue a pasear por varios Estados de la Unión, para acercarse a “sus” comunidades. Quien sabe, a lo mejor de verdad creía que podía llegar a ser Presidente. Y claro, como sugería ya en ese momento la columnista de The Atlantic:
Zuckerberg doesn’t want Facebook to kill journalism as we know it. He really, really doesn’t. But that doesn’t mean he won’t.
¿Así o más claro? Más o menos que a todos nos iba quedando evidente, que tampoco éramos ni somos tontos ni apasionados del síndrome de Estocolmo. Pero sí es también claro que si de encierros hablamos, el Dilema del Prisionero nos pegaba a cada uno por igual: ¿quién iba a ser el primero que iba a sacar los pies del plato? Si ni los medios más grandotes y prestigiosos de EE.UU. o Reino Unido podían zafar de esos cantos de sirena. No voy a volver a poner el link del libro sobre la Revolución de las Plataformas, lo hago en cada envío semanal, por una u otra razón. Busque, busque… que nos dimos cuenta.
Pocos meses después de aquel Manifiesto, parece que su viaje no resultó como esperaba y empezó a buscar algunos culpables de afuera para sus incomodidades matutinas. Y así como en algún momento llevó a toda la industria periodística del mundo occidental a publicar en su red social todo lo que tenía producido y más, así como luego le pidió que empezara a crear videos, porque el consumo en el mundo digital se iba para ese lado, cuestión real y comprobable (y respondimos, ¡claro que respondimos!), bueno… se ve que para resolver sus malas noches, en vez de tomar dos cucharaditas de leche de magnesia antes de acostarse, concluyó que sus pesadillas tenían un origen: el problema era que había demasiado contenido periodístico en “su” plataforma. Mucha cosa negativa, que Facebook se creó para unir familias y amigos, ¡qué más, córranse del medio… de “mi” medio!
Y una mañana, a inicios de 2018, amaneció con una epifanía (o al menos así la definí yo): no es una cuestión de cantidad, son las “interacciones significativas” las que importan. Si, cada decisión unilateral tiene una narrativa, un slogan, obviamente. En este caso era reemplazar alcance por frecuencia, ¿es que no se han dado cuenta de que lo relevante es el “engagement”? Pero no se preocupen, queridos periodistas, adorados medios que me han acercado audiencias a montones para que nosotros las fidelicemos aquí adentro con “sus” contenidos, no es para tanto, si al final solo había un 5% de posts informativos entre tanto contenido diverso en el “feed” de “mis” usuarios. Solamente vamos a quitarles un puntito porcentual: vamos a pasar de 5 a 4%. La nada misma. O eso nos quisieron hacer creer. No, no lo creíamos, pero, una vez más, ¿qué opción teníamos? Si eran “sus” y no “mis”, aunque fueran “nuestros”.
Recuerdo que en mayo de ese año usé por primera vez la palabra EPIFANÍA, y lo que ha pasado en estos días me la trajo nuevamente a la memoria. Tan fuerte fue para mi que la terminé usando hoy de título de este ensayo.
Resulta que una de las personas más influyentes de la corte del Emperador de Menlo Park decidió bajar a los infiernos y promover una reunión con los medios periodísticos de Latinoamérica. En San Pablo, todo pago… por cada medio, claro. Para escucharnos, obvio, ¿qué más? Que ustedes nos importan, tontitos, y aquí estamos para conversar. Tomar acción de sus reclamos y pedidos es otra cosa, imaginen, esto es una plataforma global, ¡GLOBAL!, pero aquí les ponemos la cara y les explicamos todo, el libreto ya está armado, el relato listo.
Y me acuerdo que en la ronda de consultas, de tanta indignación que me dio lo que se escuchaba y se veía, se me ocurrió preguntarle a la Duquesa Campbell cuál iba a ser la próxima epifanía de Mark, así podíamos prepararnos con tiempo (no logro encontrar aquel post de Zuckerberg que me llevó a usar esa alegoría, pero confío en que por algo lo hice). Aún me impresiona la rememoración de su agria expresión en la respuesta formal que me dio. Casi fin de la reunión, al menos para mi… que si se quieren aprovechar, al menos díganme cositas lindas, tráiganme un regalito, algo, que para pagarme el viaje ya era tarde.
Lo peor del caso es que a todos los funcionarios y ex funcionarios que conocí de esa empresa les tengo mucho aprecio y respeto. En serio son grandes personas y mejores profesionales, y me apena mucho que ahora les toque lamentarse a ellos, que casi todos han quedado por fuera de la compañía o relegados en sus funciones, a causa de estas decisiones que terminaron el 420.
De nuevo… DOS MIL DIECISIETE. Han pasado ya 6 años y lo que parecía, es. Para quienes recibíamos la mitad de nuestro tráfico en los portales de esa fuente o para quienes recibíamos no menos de 20/25% de nuestro tráfico de esa fuente, es. Tráfico que se ha perdido, tráfico que difícilmente llegará por otras fuentes. Tráfico, fuentes, portales… palabras feítas que suenan a viejas, de un tiempo que quizás se esté yendo para no volver.
SE’O no sé’… esa es la cuestió’
Están los medios periodísticos digitales de origen impreso y están los medios periodísticos digitales de origen no impreso. ¿Recuerdan aquel empaquetamiento/desempaquetamiento del principio? Bueno, eso: los radiales, televisivos, incluso los “nuevos” puros digitales. Prensa originalmente escrita y prensa forzadamente escrita -es así, guste o no- llegando todos juntos y de la mano a un nuevo re-empaquetamiento digital de los prestigios manuales, los prestigios orales, los prestigios visuales y los pocos prestigios digitales. Bah… ¡que NO! Dinosaurios en zapatillas, decía un querido amigo periodista, quizás exagerando para el otro lado.
El tema de fondo de este nuevo empaquetamiento de formatos de contenidos -ya no tan nuevo, a decir verdad, que lleva casi 30 años-, es que se puede consumir a la carta, uno a uno, de a pedacitos tan grandes o pequeñitos como quiera el usuario o el intermediario de turno. El tristemente célebre pecado original: perder la distribución a manos de terceros, soñando una transición ideal que nunca iba a ser posible. Culpa de la abundancia y los hábitos digitales de consumo, este pecadillo nos ha llevado de las narices a un modelo bastante perverso: todos corriendo como prisioneros de un dilema detrás de un Peish-Biú más y sacando pechito si conseguimos un Iuník-Iuser (o muchos) más que el de al lado. ¿TotalPa’Qué? Para que un consumidor promedio nos lea 5, 6 o pocas veces más por mes (si, por mes), un solo articulillo cada sesioncilla en la mayoría de las ocasioncillas. Y para que en muchos países de habla hispana ningún medio le llegue a más de la mitad de la población digital de su territorio. ¿Es poco, más o menos, mucho? No opino, cada cual sabrá (mentira, todos sabemos).
¡Que eso es ClikVeit, que espantoso! ¡Que vení a hacerlo vos, a ver si te sale mejor, que necesito que me llegue el tráfico! ¿O es que no entendés la dispersión de atención y que tengo que pelear por cada nota que publico, para que se destaque? Que no, que eso no es ClikVeit, que no estoy engañando a nadie, ¿o es que vos no anunciás lo que va a venir después de la pausa comercial en el siguiente segmento del programa informativo acaso, para que no se vayan a otro lado, para que no cambien el dial? ¿Qué sería eso… DialVeit? (aplica también al lugar destacado de su periódico o revista en el kiosco amigo o la cabecera de góndola en el supermercado).
Se llama empatía, pero quizás nunca lo entiendas y sea mejor que sigas con el dedito acusador levantado. ¿Yo enojado? No, vos estás enojado…
Lo de siempre, peleando con el “enemigo” histórico, separándonos en vez de darnos cuenta de que el hipotético “enemigo” estaba por fuera, en otro lado (personalmente no creo que haya enemigos). Y, en el medio, dejándonos seducir por esos NiusIníshativs y esos ShournalismsPróshekts que soltaron algunas monedas al pasar con su carruaje. ¡Tan bobos! Sea lo que sea que pase, nos lo merecemos.
Si hasta creímos que el verdadero potencial iba a estar en la relación directa de los periodistas con las plataformas digitales y sus seguidores, dejando de costado a las empresas que nos pagaban el sueldo, ¿no? Y ahí fuimos detrás de los Blogs, y luego de los MicroBlogs (aún me acuerdo cuando a Twitter le decían así), un poco menos los Niusleters (como este, pero yo no soy periodista, je) y hasta el mercado de Influencers. ¡Aaaaahhh… claro, ahora sí! El poder está de tu lado, ¿cómo no nos dimos cuenta antes? ¡Era por ahí! Repito… ¡tan bobos! (¿vale la pena que vuelva a recomendarles The Platform Revolution o es que no lo van a entender?). ¿Yo enojado? No, vos estás enojado…
Convengamos que los impresos fueron pioneros en este mundo online. Sí, desde mediados de los ‘90s están dándole y dándole, mientras otros estaban distraídos o ni siquiera existían y eso les ha dado una autoridad digital casi irrecuperable para el resto. Lo que han logrado, lo merecen y ojalá lo sostengan, por el bien de la profesión. Lo que piensen que pueda suceder a futuro, principalmente alguna hipotética continuidad, disculpen amiguitos, es lo que les pongo en duda.
Es que las ventajas obtenidas pueden desaparecer de un día para el otro, sea porque se cuele algún pícaro aprovechador por las hendijas que dejan los algoritmos de los mercaderes del click, o sea porque esos mismos intermediarios de cansen de intermediar y decidan quedarse con todo. ¿Por qué harían algo así? Bueno, primero porque pueden, segundo Francia porque ya lo están haciendo (¿o les sorprende que ya en 2022 más de la mitad de las búsquedas en Google se las quede la plataforma?), tercero porque sus propios negocios evolucionan y se ponen en riesgo, ya lo hemos conversado en este lugar hasta el hartazgo. Cuando están en riesgo se ponen nerviosos, cuando se ponen nerviosos, reaccionan hacia adentro y se olvidan de la OpenUé. Cuarto porque… bueno, si ya hubo un tercero, créanme que no habrá un cuarto, game-over.
Hace tiempo que vengo reflexionando sobre este tema: la dependencia en los algoritmos de plataformas digitales para el consumo de contenido periodístico. ¿Se pueden construir las estrategias editoriales y de negocios de una empresa de medios colgados de las decisiones arbitrarias de un tercero? Y aún cuando se pueda, al menos temporalmente: ¿se debe?
¿Qué tipo de queso eres tú?
¿Y entonces, qué?
Por supuesto que no tengo respuestas a eso, solamente información, opiniones, incluso más preguntas. Es decir, la formación del conocimiento a través de la experiencia, si coincidimos en que el futuro no existe: contundentemente opino que no, que no se puede ni se debería hacer una construcción estratégica con esas bases tan débiles. Pero también, siendo intelectualmente honesto, opino que es muy difícil encontrar un camino alternativo.
Los indicios del problema en mano me parecen claros:
Creo que no existe Portal digital de contenidos periodísticos en el mundo occidental que tenga más de 30% de su tráfico llegando en modo Directo. Abierto a que me demuestren lo contrario en el tiempo -dije el tiempo, no El Tiempo-, si ya la costumbre del consumidor promedio llega hasta el punto de escribir el nombre del sitio al que quiere ingresar en esa barrita donde debería poner la URL, regalándole un click adicional al buscador de turno (hoy Google, mañana Bing, pasado mañana…).
El tráfico que llegaba de Facebook, y de Instant Articles, va desapareciendo lenta e inexorablemente y difícilmente ese volumen se reemplace por otra fuente, como ya mencioné.
¿Otras fuentes de tráfico a los Portales? Siempre hay y habrá, pero ninguna por ahora con los volúmenes necesarios, una vez más, debido a los hábitos de uso.
Finalmente, ¿queda el tráfico SEO? Hoy es un descontrol, al menos en idioma español, no tengo dudas. Lo digo como profesional de medios en línea de más de 20 años, pero -sobre todo- lo digo como consumidor digital. La promesa de valor de respetar y privilegiar al usuario, de dar relevancia a los contenidos profesionales y minimizar las fake-news, de trabajar para el crecimiento responsable de Internet es, hoy por hoy, una falacia. Insisto, una fa-la-cia. Y en ese juego, quizás, las evidencias aún no han llegado a los medios de habla hispana, pero en otros idiomas ya es muy claro y notorio. ¿Cuánto tiempo demorarán para viajar a estas tierras?
Y, por otro lado, las principales fuentes de ingresos en esos Portales ya están volcadas decididamente a la publicidad Display Programática. Centavos, cuando a fines de los ‘90s imaginábamos casi los mismos pesos que en el medio tradicional. Y hasta nos incomodan tantos espacios publicitarios que nos inventamos cuando molestan la lectura. Es que ni multiplicando por 100...
¿Tienen futuro los Portales o será que finalmente llegó el momento de aquella frase de 2014 (o 2016) de Lewis Dvorkin, ex CPO de Forbes, que predecía que en 5 años se acabaría forbes.com? No me atrevo a opinar tanto… ni que fuera argentino.
Y es que, además, las nuevas generaciones… ¡ayDió, las nuevas generaciones, los ShenZíAlfa! Ellos están en Tik Tok, en Youtube, con suerte en los Reels de Instagram, seguro que también en Fortnite y Valorant. ¿Será que llegará la edad en que les interese dejar esa forma de entretenerse, socializar e informarse y preferirán leer un artículo escrito en un portal? No sé, hoy no me imagino a mis hijos más pequeños haciendo ese cambio de hábito en el futuro (tanto como resulta complicado llevar a un Millenial a un consumo lineal sostenido). Si hasta algún medio audiovisual hispano se animó a dar un pequeño salto y tratar de acercar(se) a esas nuevas generaciones, acordando con lo nuevo, con informadoras como las jóvenes de Ac2ality. Me alegro por ellas, sobre todo por Daniela, a quien tuve el honor de conocer. Solo espero que no “rompan” lo bueno y sea virtuoso para todos.
¿Más? Si la cosa se acabara allí, estaríamos todos corriendo detrás de objetivos similares, quizás. Al menos los que se dedican principalmente al periodismo escrito, que los que tienen otros orígenes y valores jugamos a otro juego, cada vez más diferente y divergente a lo largo del tiempo (el uso de la primera y tercera persona del plural es adrede). Hasta para los tipos de dispositivos de consumo primario, las prioridades van cambiando para unos y otros.
Pero no, la cosa no se termina ahí, lamentablemente, nos guste o no. Los ChatShipitís del mundo están metiendo mucha presión a los incumbentes; esa misma presión que los reguladores no han logrado ejercer en estos años. Lo que no arregla uno, lo desarregla el otro. Y, como marca la investigación del New York Times, el empuje de la competencia empezó a hacer juego en el buscador más importante del mercado.
En este contexto, para mi, el futuro es absolutamente impredecible. ¿Será en 1 año, en 2, en 3? No lo sé, ¿qué tan estratégica es tu estrategia? ¿Creen que la rentabilidad de largo plazo que no consiguen en su país de origen la van a lograr posicionándose con técnicas SEO similares en otros países, buscando más centavos a mejor precio? Buena suerte, cuidado con el precipicio, que el golpe es duro.
¿Crees que no, que a tí no te tocará? Bueno, recomiendo entonces algunas lecturas finales, si lo anterior no fue suficiente:
La historia de Buzzfeed versus Gawker: en esta reseña y crítica de Traffic, el libro recientemente lanzado por Ben Smith, ex director de BuzzFeed News y fundador de Semafor, se puede analizar y entender el ascenso y caída de dos de las estrellas de los medios digitales de los ‘10s. Se ve que el periodista de The New Republic tenía algunas cuentas pendientes por ahí.
No sabía -o no recordaba- esta oportunidad que tuvieron con Disney, se ve que la Casa del Ratón también se dejaba seducir fácil en esas épocas, cuando terminó comprando Maker Studios (el que recuerde de que se trataban los Multi Channel Networks, que levante la mano. Yo, señorita, ¡yo!).
Justo BuzzFeed y BuzzFeed News… say no more.
Si están suscriptos (y si no, quizás les interese al menos recibir su newsletter), no dejen de leer el último artículo de David González. Quizás sea porque es muy coincidente con este ensayo (mejor escrito y con más poder de síntesis, je), pero ya desde el título se siente ese futuro probable: “Google siente miedo de ChatGPT; pero es Google”. Como él mismo referencia en su texto, la frase de Dan Smullen es contundente:
"The only audience you own and control is your homepage and newsletter. If big tech moves the goalposts like Facebook did in 2017, some publishers can be completely wiped out. Lessons need to be learnt from 2017. A publisher's most important audience is its direct and subscriber audience. For a publisher to survive in the current economic climate, the goal should be to get users to download an app/subscribe to a newsletter or, even better, a paid subscription. Bring users into an ecosystem that the publishers can control."
Lamento mucho lo que está pasando en Argentina con Clarín, pero para algunos otros, éste puede ser el futuro traído al presente.
No coincido con lo que expresa en esta ocasión, pero siempre una entrevista a Marty Baron deja cosas para analizar: "La inteligencia artificial es el mayor riesgo para el periodismo y la sociedad".
Y si creen que lo que sucede hoy se puede parar, a lo mejor a través de las leyes de derechos de autor, quizás convenga balancear la información y el conocimiento con otras voces con más experiencia, como la de Ben Thompson, hablando de propiedad y derechos, pero también de fair use. No parece que la solución por este lado esté cercana o sea sencilla. Como también decía Benedict Evans, por si no lo escucharon antes, una cosa es el copyright y otra cosa es el conocimiento colectivo:
A lo mejor no era The Matrix. Quizás ni siquiera era una película sino un documental. Espero que no sea The Last Dance. Lo bueno es que aún depende de nosotros. ¿O no?
Por supuesto que lo que acabo de describir no necesariamente sea cierto. Por eso es mi opinión, mezclada con información y un poco de mi experiencia personal. Pero también será relevante la tuya, que a lo mejor (ojalá) pueda complementarse con lo que intenté explicar aquí. Espero que haya servido, instruido, divertido, por sobre todo, que haga pensar. Muy honrado de que me hayan acompañado hasta aquí. Para los que llegan por primera vez, algunos tips sobre este Newsletter:
¿Por qué escribo? Porque quiero devolver a la comunidad profesional de la industria de medios y la industria digital todo lo que he aprendido en estos más de 30 años de trabajo. He tenido muy buenos mentores que me han enseñado, he trabajado y sigo trabajando mucho, toca entregar lo que sé. La reflexión la hice después de preparar y dar mi Charla TED, me parece que es el momento adecuado.
¿Dónde encuentran mis ensayos? Aquí, en www.liberini.com, en LinkedIN, Facebook y Twitter. Por favor suscríbanse, comenten, compartan, si les interesó.
¿Por qué escribo así? Porque soy así, un poco irónico, un poco sarcástico, un poco sentimental, un poco curtido ya. Un poco soberbio y cabrón, claro, también. Soy argentino, ¿qué más decir?
¿Cómo he decidido organizar mis pensamientos semanales? Bueno, por ahora van así:
Una introducción al tema;
Un espacio de “remanso” con contenidos que no siempre tienen que ver con la cuestión de fondo (a veces emotivos, otras humorísticos, otros porque sí), previo a entrar de lleno al ensayo;
Dos o tres apartados con un cierre;
Un espacio final para que se acuerden de suscribirse, compartir y comentar. Le acabo de incorporar este recordatorio del formato para quienes recién llegan.
¿Por qué uso imágenes de pinturas y fotos para ilustrar? Como tengo varias décadas trabajando en la industria de contenidos, soy muy respetuoso de la propiedad intelectual, el derecho de autor y el uso de imágenes de terceros (porque sé lo que cuesta producir y crear, como para que cualquiera se lo lleve por ahí). Entonces solamente uso embebidos (de Youtube, Twitter, Spotify, etc.), pero si quiero insertar una imagen, debería pedir autorización y no tengo tanto tiempo disponible. Decidí entonces recurrir a mi familia creativa: las pinturas son de mi esposa Verónica, artista plástica; las fotos son de mi hermano Pablo, fotógrafo. Ambos ingenieros. Las imágenes no tienen que ver con el tema, pero me pareció bueno que los conozcan porque son muy talentosos.
¿Dónde más pueden verme, escucharme, leerme? En general aquí, pero también tengo algunos otros espacios donde he estado hablando. Traté de poner una sección en el sitio web para ir actualizando con las invitaciones que me llegan. Aquí lo pueden ir viendo. Suscríbanse aquí abajo, por favor…