Dispersiones
"Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas" (Vladímir Ilích Uliánov, Lenin)
En esta semana-década he estado bastante disperso, debo confesar. Si tuviera que resumir mi situación, lo haría con la frase de la imagen humorística que usó Bernardo Erlich el domingo pasado en la Revista Viva del diario Clarín: “Usted se encuentra en ese momento de la vida en el que lo último que necesita es que a la dirección se la indique un cartel”. Aplíquese una definición amplia de las palabras “dirección” y “cartel”, por favor.
Ese post en X.com (como cuesta dejar de decir Twitter) fue uno de tantos que me aparecieron en la década-semana que termina, y me hicieron reflexionar sobre el foco que debe darse a lo que más importa: la familia, la calidad de vida, el presente, el futuro.
Largo futuro, probablemente muy intermediado por la tecnología, la inteligencia artificial, lo digital. Para bien o para mal, ambas cosas a la vez. De eso hablaremos, tengan paciencia, hoy quizás va a resultar “un pelín” más largo.
Vean, si bien se aleja un poco del tema de industria que quiero comentar, prefiero empezar este breve artículo con un llamado a la atención sobre la vida, como hacía en los primeros largos ensayos que escribía. Esos remansos -como tal los describía- que me atrevía a regalar a todos los que me leyeran. Hoy, en esta semana-década-semana, creo que más que nunca lo merece.
Remansos
Mi selecta lista de amigos de la plataforma del pajarito (hasta que Elon lo tache con la X) me ayudó de nuevo a encontrar algunos remansos digitales. Un cable a tierra imprescindible, si uno sabe apartarse del ruido y la toxicidad.
Quisiera recorrerlos con ustedes, si me permiten. Sin orden, aleatoriamente. Al que canse o aburra, puede pasar al siguiente apartado y leer mis opiniones sobre la actualidad y algún posible futuro digital, que también por ahí les aseguro algo de material. Para los que me gusten acompañar, sin embargo…:
Decía hace más de 10 años Ricky Gervais, y lo volvía a publicar en estos días: “Todo el mundo tiene derecho a creer lo que quiera. Y todos los demás tienen derecho a encontrarlo fck…g ridículo.”. Simple, preciso, ¿no?
Peter Diamandis reflejaba una gran frase de Mahatma Gandhi: “La verdadera riqueza es la salud y no las piezas de oro y plata”. Justo a tiempo.
Hablando de mensajes oportunos, otro gran evangelista del bienestar digital, mi admirado Vala Afshar, me recordaba su historia familiar muy cercana a la mía, vidas de inmigrantes que huyeron de sus tierras para buscar nuevos y mejores destinos. Con lo fundamental de nunca olvidar los orígenes y las capacidades de progreso, decía: “Mi papá emigró a los Estados Unidos a los 44 años y mantuvo dos trabajos durante 25 años. Fue a la universidad por las noches a los sesenta y obtuvo un doctorado a los 66 años. Me enseñó a trabajar duro, a mostrar gratitud y a no creer que alguien te debe algo. La verdadera riqueza es la tranquilidad. Trabajó toda su vida para ser rico.”. Así fue mi herencia, así mi pasado. Así busco mi presente y futuro.
Por último (o al inicio, quien sabe), casi de casualidad, me encontré a Walter Isaacson recordando a Shakespeare, en su obra-parábola Medida por Medida: “Dicen que los mejores hombres se moldean a partir de sus defectos, Y, en la mayoría de los casos, ser mucho más, mejor” (y ser un poco malo, que para muy malo, ya tengo a mi marido, decía Mariana).
Y ahí vamos, entrando en la próxima década-semana-década que seguramente nos meterá aún más de lleno en los cambios acelerados…
Un Futuro Sintético
Cantaba Bob Marley que “lo bueno de la música es que cuando te golpea, no sientes dolor”. Por supuesto se lee y escucha mejor en inglés, que “hit” significa golpe, pero también “que te llega”, se mete en tus entrañas. Es eso, ¿no?, cuando la música “te llega”, no solamente no sientes dolor, sino que lo disfrutas. Entremos entonces al centro del meollo disfrutando a Robert Nesta mientras tomamos coraje:
Aquellos que alguna vez me han leído, saben bien que mis reflexiones de industria se despliegan a partir de lecturas y contenidos que voy consumiendo y compartiendo. Esta semana tan dispersa fue muy audio-visual para mi.
Con los pies en el presente y una mirada hacia el futuro, comenzaba por la música (mi afición), me revolvía alrededor del video, y volvía a terminar en el audio. Un viaje cíclico por placeres digitales.
Revisando viejos podcasts que tenía postergados, decidí darle la chance a uno que hablaba sobre los “songwriting camps”, con la expectativa de que mezclara lo creativo con lo tecnológico. Si bien solamente se centró en lo primero -enhorabuena-, fue muy interesante para desplegar mis propios pensamientos hacia un futuro en donde lo sintético de la GenAI se mezclase finalmente con lo humano. Cada cual sabrá elaborar sus propias ideas. Para el que quiera, cuando cierre el círculo verá las mías. Describía este interesante episodio:
“Beginning in the nineties, pop songwriters have traveled to a 13th-century castle in the south of France for what’s come to be known as a “song camp” – a place where songwriters and collaborators can hunker down and spend a week together writing the next big hits.”
Relaciones humanas, que de eso se trata la vida, ¿verdad? El resto son ficciones.
Imposible no mezclar los temas, si como se leía en aquel artículo de Medium “La famosa cita atribuida a Vladimir Lenin, ‘Hay décadas donde no pasa nada y hay semanas donde pasan décadas’, parece especialmente aplicable a la rápida evolución y adopción de la inteligencia artificial (IA) en 2023”, la revolución de la GenAI nos está llevando puestos. Donde nos distraemos una semana, las décadas nos pasan por encima.
Y así fue que dí de lleno con el ensayo de Doug Shapiro sobre el estado del arte de la aplicación de las tecnologías de inteligencia artificial al mundo creativo de Hollywood, qué es posible hoy y hacia donde está yendo. Me atrevo a tomar esta imagen, porque es el mejor resumen para quien sepa y quiera entender (recomiendo mucho la lectura completa):
El mundo no para, la aceleración tecnológico-digital tampoco, por más que se intente regular, una y otra vez. Es como intentar retener la arena entre los dedos.
En la industria del video, ya hoy la inteligencia artificial generativa ocupa espacios en cada segmento del proceso de producción. Y esos lugares cada vez se agrandan más, van erosionando actividades previamente reservadas para el talento humano, optimizando, automatizando, recortando costos y tiempos, como bien describe Shapiro.
Y ni siquiera es necesario mirar tan lejos para comprender las disrupciones. Hoy mismo se vive un sisma en el negocio de distribución de video, provocado por modelos ya muy consolidados, de los que he hablado, por ejemplo acá y acá.
Estas semanas han sido intensas, principalmente en el mercado norteamericano (que suele luego reflejarse hacia el Sur), y se vuelve a cuestionar una y otra vez si la vieja disputa entre generadores de contenidos y distribuidores tradicionales debería cesar, y entenderse que en el fondo podrían ser aliados, con frentes comunes en el presente. Quizás volver a considerar el bundling, como describían Ben Thompson y Andrew Sharp muy sagazmente en su anteúltimo podcast, refiriéndose a Youtube TV.
También me impactó mucho entender cómo es que llegamos hasta aquí a lo largo de la entrevista que Craig Moffett le dio a Thompson. A veces creemos que las cosas solamente suceden, y no entendemos que el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo. Hay que revisar el pasado para entender el presente. Comprender el presente para crear el futuro.
Cierro entonces el círculo: quizás no es demasiado novedoso insistir en que -una vez más- la industria musical vuelve a sentir de cerca la presión y la disrupción de la tecnología. Lo anunció Google, luego Meta, después Youtube con UM (adelantándose a la ola, por fin). Ahora llegó el turno de un outsider, Stability AI, que lanza Stable Audio.
La producción sintética de música comercial e incidental es un hecho. El despliegue, la distribución e identificación para el consumo es el punto central a futuro.
No hay mucho más para comentar sobre el tema, pero sí debo confesar que me hizo pensar la opinión de Benedict Evans en uno de sus últimos newsletters mencionando el asunto, cuando decía: “I wrote about some of the issues involved in my essay on intellectual property, but it also strikes me that music might have a much faster human feedback loop than many other genML use cases - it’s easier for people to tell it what’s good”
Entonces recordaba aquel viejo ensayo (de los largos), donde precisamente me cuestionaba el mismo asunto (y he aquí entonces mi opinión sobre el tema):
“… cerremos una vez más el círculo, y esperemos -ooooooootra vez, como hace 25 años, en otro Día de la Marmota infinito- a ver como resuelven las discográficas sus problemas de clonación de voces con estas mismas herramientas de machine learning. Que sí, que en este caso también tienen razón, que no es igual usar los datos acumulados de manera derivativa que usar los datos para terminar creando una imagen personal similar al original sin autorización. Pero… ¿no es muy loco que todo se repita insistentemente? ¿Será que debe aparecer un NapsterGPT primero, para que luego de varios años infructuosos terminemos en un SpotiGPT que les de algo de paz temporal? Y eso hasta que todos terminemos escuchando solamente música creada con Inteligencia Artificial, mientras hacemos de cuenta que los verdaderos creadores de carne y hueso siguen creando desde su inspiración y no con algún copiloto al lado. ¿Nos lo creemos? ¿Nos importaría acaso el proceso creativo o solamente el resultado?”
Aquí los dejo, entonces, con sus propios pensamientos, sus conclusiones más personales y profesionales. Los dejo, también, con una última frase célebre:
“Hay dos reglas en la vida”, decía el Profesor Richard Feynman en algún momento de su gloriosa carrera científica, “1) Nunca des toda la información…”.
Creo que hoy más que nunca es una lección que debo terminar de aprender. Saluti.