A veces me pregunto para qué me meto en algunos temas complicados y escabrosos. A veces me pregunto, incluso, para qué era que estaba escribiendo estos ensayos. Debo entonces volver al origen, a releerme para estar convencido de que vale la pena seguir tomándome y tomándoles el tiempo.
La semana pasada incursionaba en cuestiones de la banca y el sistema capitalista internacional, y ni siquiera logré que mi compañero RDC me leyera, un fracaso como influenciador financiero sui generis. Hoy, en cambio, tengo decidido ponerme a hablar de la inmortalidad. No, no en relación con la vida espiritual o religiosa, con el más allá o con lo que cada uno de ustedes pueda creer; sino con el más acá, con la vida terrenal y los avances de la ciencia y la tecnología que pueden llegar a habilitar la extensión de la esperanza de vida y, sobre todo, de la esperanza de vida saludable. ¿Qué tal, eh? Aquí el taxista virtual argento metiéndose ya en cualquier cosa, pensarán, seguramente tal vez.
Y no, no es en cualquier cosa que me meto, y también responde al porqué ingreso a temas como éste: la combinación de ciencia, tecnología y vida digna en el futuro me tiene ocupado desde poco antes del inicio de la pandemia. De hecho, colateralmente también lo comentaba la semana pasada cuando hablaba del fracaso del sistema pensional de Argentina y el reflejo con lo que sucede en Europa y también en Colombia, país que me adoptó hace ya 8 años. En todos lados crujen los modelos jubilatorios, y yo me acerco peligrosamente a ese momento de la vida en el que cualquier persona comienza a poner entre sus pensamientos este tipo de cuestiones.
Tanto es así que este tema fue el centro de mi Charla TED de fines del año pasado. Para quien no la ha visto, para quien pueda interesarle mi teoría y mi plan de vida futura, son poco más de 13 minutos:
Yo he decidido no darme por vencido. Tengo mucho por aportarle aún a mi familia, a la sociedad, a la industria digital a la que acompaño desde hace décadas.
¿Ya? ¿Terminaste Marcelo con tu cantinela repetida? Que no, ragazzi, que esto recién empieza. Porque, como si fuese un día de la marmota -si, otra vez-, esta semana se me han cruzado repetidamente eventos, información y contenidos que dan vuelta sobre este tema.
Tenía largamente represado un Podcast de mi admirado Peter Diamandis -si, el de las 6Ds de Crecimiento Exponencial de uno de mis ensayos iniciales-, entrevistando a David Sinclair, un científico de Harvard experto en ingeniería genética. Me lo había marcado en diciembre del año pasado y ahí iba quedando relegado por culpa de los ChatshipitísCaídaDeBolsaBigTechTembladeralDelStreamingBobIgerInteligenciaArtificalGenerativaMalditoMercadoDePublicidadQueNoArrancaPesadoDíaADíaDeTrabajoOperativoYEnTransformación y otras cuestiones menores (o mayores). Estaba decidido a escucharlo finalmente durante marzo, pero preferí tomarme un descanso y ponerme a leer, o a mirar The Last of Us, que tanto me habían recomendado.
¿Y qué pasó? Que Diamandis tenía esta semana su evento Abundance360, donde anualmente promueve conversaciones muy importantes alrededor de lo que él llama su Massive Transformative Purpose (MTP, la base de las Organizaciones Exponenciales). ¿Y adivinen a quién invitó? Si, obvio, a David Sinclair. ¿Y qué hizo el pesado de Marcelo? Dio vueltas y vueltas con otras cuestiones, pero por esto y alguna otra razón posterior, salió corriendo a escuchar el bendito podcast para ponerse al día. Entonces, no pude evitar pensar en estas cosas nuevamente, a reflexionar. Y, finalmente, a querer compartir información y opinión con ustedes. Hete aquí el resultado.
Como dato irrelevante pero divertido, al menos para mi, Diamandis también invitó a su muy amigo Tony Robbins. Sé que puedo perder amistades o lectores con lo que voy a decir, pero a veces los fans de este muchacho se me parecen a una especie de secta, me generan un poco de rechazo (“se dice cringe, papá”, dirían mis hijos más pequeños), sobre todo cuando veo actitudes como ésta:
(esas manotas, en fin, que hasta Diamandis da cringe con las patitas colgando en el aire).
Por otro lado, no sé que tan diferentes son estos fanáticos de aquellos de esas épocas no tan doradas de Microsoft:
¡¡¡Developers, developers, developeeeeeeeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrrsssssssssss!!! Meu Deus… (ya volveré a Deus).
Ya que mencioné a Ballmer y Microsoft, ¿un brevísimo remanso antes de arrancar de lleno con un tema tan complejo como la vida misma? Que mejor que Steve Jobs hablando de la Web en 1995 (la referencia con algo de hiel a aquel Microsoft monopólico merece la pena ser reproducida en loop):
A veces no nos damos cuenta de lo que se construyó en poco más de 30 años, lo damos por hecho. A veces es bueno volver hacia atrás, hasta los ‘90 o incluso a una era pre-digital, para terminar de maravillarnos. Por eso, y porque quise usarla en una presentación de trabajo esta semana, les dejo esta joya de Walter Cronkite hablando del Siglo 21 en 1967 con una precisión asombrosa:
¿Recuerdan que mencioné la semana pasada que ya salía mi podcast con Gerardo Kerik, hablando de la industria? Aquí está para quien tenga tiempo y quiera escucharnos (si, soy de conversaciones largas):
En fin, abundancias que abundan, esperanzas de vida que dan vida, allá vamos…
Preservar la Vida
Como decía en mi charla TED, necesito envejecer saludablemente y activo. Por eso, siento que debo comenzar este apartado con una breve anécdota personal para que se entienda tanto interés en este tema: toda mi vida fui obeso, al menos hasta el año 2019. La obesidad ha sido catalogada como una epidemia por la misma Organización Mundial de la Salud. Es una enfermedad, entonces, que uno debe reconocer y a partir de eso, saber tratar como tal. He sido obeso de familia con antecedentes genéticos de diabetes tipo 2. He sido obeso por mal comer, no culpo a nadie más que a mi mismo. He sido hipertenso. Y me da escalofríos (y gratitud a Dios, en quien creo aún a pesar de mi humanismo y mi racionalismo científico) solamente pensar que en ese bendito año tuve mi cirugía bariátrica para controlar la enfermedad, al menos temporalmente, y que tan sólo un año después nos encerrábamos para evitar contagiar a la población de riesgo, con comorbilidades que, casualmente, eran todas-toditas-todas las que yo tenía. Espero sepan entender esta interrupción auto-referencial, pero me parecía imprescindible el contexto antes de entrar de lleno en los temas importantes.
En esa secuencia lineal de casualidades temporales, esta semana me crucé con esta frase de David Bowie:
“Envejecer es un proceso extraordinario donde finalmente te conviertes en esa persona que siempre debiste ser”
No logré encontrar un audio o video con la frase, me hubiera encantado escuchar a Bowie decir eso. Me quedaron dudas. Como diría aquel meme:
(Ese era yo obeso, BTW). La frase la había encontrado como título de una nota de opinión dentro de LinkedIN. Eso me llevaba a pensar que era cierta, pero por deformación profesional seguí buscando, porque no me gustan las fake news o porque el meme original con Abraham Lincoln me persigue. Encontré la referencia exacta en el obituario a Bowie que escribiera Aaron Hicklin, editor de la revista “Out” (¡puffff! ¡un problema menos!). La nota termina mencionando esa frase y la referencia completa me maravilló aún más:
He was completely unsentimental and had no time for nostalgia. "If you are pining for youth I think it produces a stereotypical old man because you only live in memory, you live in a place that doesn't exist,'" he told me. "I think ageing is an extraordinary process whereby you become the person that you always should have been."
Por qué seguir desconfiando entonces, ¿no? Ya no dudaba, pero quería verlo, quería escuchar a Bowie. Tengo clavada en mi memoria esa otra entrevista que hicieron también en 1999 a este personaje genial, aquella que ya mencioné en algún otro ensayo, hablando sobre Internet. No tuve suerte, no encontré la entrevista de Hicklin, pero navegando-navegando encontré esta otra con una frase tanto o más intensa: “It's not the age itself, you know, age doesn't bother me. It's the lack of years left…”
Y ahí si, indefectiblemente, me resultó ya imposible dejar de pensar en la falta de años que quedan. Y, como una marmota en su día, me metí de lleno en aquel podcast de Diamandis y Sinclair. A aprender de epigenética se ha dicho (¿pero quién sos, porteño engrupido? Andáaaa)…
Alargar la Vida
La primera vez que supe que la ciencia y la tecnología conspiraban para hacer de la muerte una enfermedad (curable, quizás) fue a través de Yuval Harari, en sus libros Sapiens y Homo Deus (¿ven que volví a Deus, meu Deus?).
Es precisamente en Sapiens donde Harari introduce el tema, con todas sus variantes:
“Until recently, you would not have heard scientists, or anyone else, speak so bluntly. ‘Defeat death?! What nonsense! We are only trying to cure cancer, tuberculosis, and Alzheimer’s disease,’ they insisted. People avoided the issue of death because the goal seemed too elusive. Why create unreasonable expectations? We’re now at a point, however, where we can be frank about it. The leading project of the Scientific Revolution is to give humankind eternal life. Even if killing death seems a distant goal, we have already achieved things that were inconceivable a few centuries ago.”
Y luego en Homo Deus nos pega el golpe final, cuando empieza a referir el término amortal, mencionando la posibilidad de prolongar la vida, hasta incluso infinitamente, salvo -por supuesto- por accidentes, asesinatos o guerras, que por eso es amortal y no inmortal.
Lo decía en una columna de opinión en The Guardian, al inicio de la pandemia del Covid:
“For scientists, death isn’t a divine decree – it is merely a technical problem. Humans die not because God said so, but because of some technical glitch.”
Perdón… ¿quéeee? Si, claro, si lo explicaba al lanzar su libro también, allá por 2016.
Dicho sea de paso, Harari también menciona en sus escritos el concepto de la vida artificial (al leerlo me hacía recordar las cabezas en frascos de Futurama), y me encontré esta semana con este interesante tuit que mezcla ese mismo tema con la inteligencia artificial generativa tan de moda:
Alejandro Crosa es un ingeniero informático argentino que hace décadas trabaja en Silicon Valley. ¿Consejo? Guarden también sus interacciones digitales, sobre todo de audio y video. Quien dice que esas cabezas en frascos “à la Futurama-Harari” terminen permitiendo que sus descendientes conversen con ustedes de aquí a 100 años.
Con ese contexto preliminar, pero sin mucho más detalle, comencé entonces a escuchar a Sinclair hablando con Diamandis sobre la epigenética:
Claro, no llegan al extremo de Harari de decretar que la muerte puede ser una enfermedad, tan solo que envejecer es una enfermedad que podría ser “curada” (sólo eso, claaaaaaaaaaro).
Para el mismo Peter Diamandis su propósito masivo transformador personal está relacionado con el envejecimiento digno y, en consecuencia, suele habla del tema regularmente. Muchas veces cita a Sinclair. La anteúltima referencia la había hecho en su blog incluso después del podcast, a inicios de este año, porque este científico de Harvard publicó un paper fundacional sobre epigenética en la revista Cell. Hablaba de su Teoría de la Información del Envejecimiento. Y fue un buen resumen sobre el videopodcast, ampliado por las novedades, que luego terminé consumiendo con pasión. Destaco de la conversación:
La analogía del envejecimiento con el hardware y el software computacional. Según esta teoría que está llevando a la práctica de manera iterativa, es posible intervenir la “expresión” de los genes que constituyen el ADN (de eso trata la epigenética) para retrasar o reversar el envejecimiento. De tal manera, como él mismo dice: “It’s a software problem and what’s interesting about biology is that software encodes the ability to rebuild the hardware. So, we need to reset the software. And when we do that in my lab, we find that tissues regenerate in animals; Organoids, which are mini human organs, regenerate, they fix themselves and they function like they are new again. So it is, in my view, 99 percent a software problem.”
Los problemas éticos de las posibles aprobaciones de nuevas drogas de reversión del envejecimiento por parte de las entidades que regulan la salud. Y, en la misma línea, un cambio radical: en vez de tener un sistema médico que trate las enfermedades, tratar permanentemente a las personas sanas, es decir, “We don't fight against aging. We try and do a gentle landing, if you will.”.
Una vida saludable, relacionada con la alimentación, el ejercicio y el sueño, como rutina imprescindible.
La diferencia de acceso a este tipo de tratamientos entre el mundo desarrollado y el tercer mundo, que habilitaría ser masificado (democratizado, como suele decir Diamandis).
Tener razones para vivir y extender la vida: “a future that is bigger than the past”, como mantra imprescindible, creando un mindset de longevidad. Y una cuestión muy delicada, muy controversial: si se puede alargar la vida sin límites, ¿decretar la propia muerte sería considerado un derecho humano en ese hipotético futuro?
Finalmente, la relación entre la ciencia biológica y la tecnología: la aplicación imprescindible de Data e Inteligencia Artificial en este contexto de la biotecnología.
“Aquí se Opina”, dice Marcelo Liberini, y hasta ahora esto es solamente un compendio de información bien adornada. ¿Dónde estaría el problema con ese iluminado futuro? Ya imaginarán, pero toca introducirlo.
Brindar una Vida Digna
La población mundial está aumentando pero envejeciendo y así se proyecta aún más a futuro. Lo dice Diamandis en su podcast, y también lo introducía en mi teoría sobre el “hackeo a la obsolescencia programada en el trabajo”. Los datos del Banco Mundial y la ONU no mienten:
La tasa de mortalidad cae y la esperanza de vida crece
La tasa de natalidad, por el contrario, cae (lo menciona Diamandis cuando explica que hace décadas el promedio de hijos por parejas era de más de 5, mientras que ahora se acerca a 2)
Consecuentemente, la población de más de 65 años aumenta su proporcionalidad entre los 8.000 millones de habitantes actuales y se proyecta su crecimiento en los próximos 30 años
Según Diamandis, eso no parece ser un problema, lo describe muy livianamente, apoyando la teoría de la reversión del envejecimiento a través de la epigenética y el alargamiento de la esperanza de vida (saludable). Según Liberini, así planteado se convierte en un enorme problema (¡que aquí se opina, carajo!).
Sí, es cierto -como dicen en el podcast-, que aún hay muchos espacios del planeta sin urbanizar, la enorme mayoría de la tierra. También es cierto que -como declama Steven Pinker- los indicios de mejora de la calidad de vida son esperanzadores (además de tasa de mortalidad infantil en caída y aumento de la esperanza de vida, las capacidades tecnológicas que facilitan el acceso a la alimentación, y la caída de la pobreza endémica con mejoras en el tratamiento de enfermedades).
No creo que sea cierto que lo anterior alcance para concluir que el aumento sostenido de la esperanza de vida -si eso llegara a pasar alguna vez, en algún futuro próximo, en base a estas u otras investigaciones científicas- sea el factor último para una vida digna y saludable.
Mi postulado, mi opinión, se basa en lo siguiente:
De más está decir que la pobreza ha bajado radicalmente, pero aún es muy desigual en distintos territorios. Si dejamos de generalizar y nos preocupamos por cada vida, se tornan insuficientes las estadísticas mundiales.
Soy un impulsor del concepto de la Silver Economy. Me parece muy destacable que se puedan reservar espacios y oportunidades de negocios dirigidos a la población +50, que anteriormente parecía quedar siempre por fuera de cualquier target y segmentación de intereses.
Pero, principalmente, el problema más serio se da en el mercado de acceso al trabajo. La más compleja batalla de las próximas décadas estará centrada en este punto. ¿Qué decirles que no sepan o no se imaginen?:
Europa está que arde por cambios en los sistemas jubilatorios. Macron sigue adelante con sus reformas, que desde la óptica latinoamericana parecen muy sutiles, hasta banales. Parecería que los franceses (segundos) se quejan de llenos. Quizás sea así, pero cada vida hay que vivirla, no opinarla.
No existe modelo previsional en el mundo que no esté pensado para una estructura de sociedad de hace 50 o 70 años, una irrealidad en el contexto presente y futuro.
Los Estados de bienestar europeos, llevados en algunos casos a países latinoamericanos -por ejemplo-, se hacen cada día más difíciles de sostener por el crecimiento de la población (aún a tasas más bajas) y la dificultad de la empleabilidad formal.
Las nuevas generaciones, finalmente, pujan por el acceso al primer empleo, mientras que los miembros de la silver economy pujamos por mantener nuestro standard de vida, conseguido después de décadas de esfuerzo.
¿Qué sucederá? Imposible predecir. Pero me parece importante proponer la visión con todo el panorama completo sobre la mesa: lo científico, lo tecnológico, pero lo humano y lo social.
Al final del camino, como decía hoy Evan Shapiro en LinkedIN, muy en línea con mi teoría de la obsolescencia programada laboral, no quedará otra más que organizar Your Personal Business Plan.
Abundancias que abundan, esperanzas esperanzadoras, pero algunas cosas más... lo dejo a su criterio.
Un tema sensible, un tema crítico, pero que creo que no se debe evadir, sabrán decirme ustedes. Aquí, más que nunca, la verdad única no existe; están mis opiniones y también las suyas, pero hay, además, mucha ciencia por detrás. Espero que les haya servido, instruido. Gracias por llegar hasta aquí.
PD: dedico este envío a una muy querida amiga, a quien tuve la fortuna infinita de conocer más cercanamente en los últimos años, y que precisamente tuvo una triste pérdida esta semana. Me dijo: “Menos mal no sufrió 💕”. Es esa la mejor síntesis de la vida misma. Cuídate y recupérate LAN, que te necesitamos.
Excelente tema, en particular me gusta mucho la visión de longevidad de la profesora Gratton en su libro The 100-Year Life: Living and Working in an Age of Longevity https://a.co/d/dY6ITVr es una forma de repensar y rediseñar el esquema de supuestos pasos y etapas de la vida, que Justo Robbins mencionaba en su Charla con Diamandis, haciendo una referencia a una vida por estaciones y a un “invierno” que va de los 63 años en adelante, es por eso que entre muchas otras cosas ha sido clave para mi adoptar el principio estoico del “memento mori” el cual manejo junto a mi calendario de vida que estaré publicando actualizado en los próximos días como suelo hacerlo en mi onomástico desde hace algún tiempo y que reviso cada semana para conectar el camino recorrido con el camino por recorrer y agradecer por la posibilidad seguirlo recorriendo ojalá por mucho más tiempo
La longevidad es directamente proporcional a la maldad que lleves adentro. Los malos no se mueren tan fácil