Corralito y Corralón
Dos payasitos argentinos que llevaron la desconfianza hasta EE.UU. y Europa
La semana pasada pasé muy de costado por la crisis bancaria que se desató en EE.UU. y se está contagiando en Europa. Fue principalmente porque quería escribir sobre algo más relevante para mi -al menos en ese momento-, pero también porque no me sentía cómodo de incursionar en temas que no están en el centro de mi conocimiento profesional. Me parecía irrespetuoso meterme en cuestiones relacionadas con las finanzas mundiales, temía -debo confesarlo- que un admiradísimo compañero de trabajo que sé que lee mis envíos (ahí te miro RDC) me viniera a regañar por entrar en su métier tan descaradamente. Y hubiera tenido razón, tanto en ese momento como ahora, si es que me pusiera a hablar de este tema desde la óptica de un profesional en la materia, como si fuese un taxista argentino sabelotodo. No, no corresponde.
Pero ya verán que no, que no quiero opinar sobre bancos ni sobre el sistema capitalista del mundo occidental, sino sobre la confianza, como base para cualquier negocio, como esencia de la relación entre las personas, como cimiento del mundo online. Y como he hecho en otras ocasiones, hacerlo desde mi conocimiento y mi experiencia, mezclando temas de la industria tecnológica digital -en la que sí me considero fogueado- con ciertos eventos que he tenido que sufrir en carne propia.
Como argentino que soy, para mi Corralito y Corralón no son los nombres de dos payasos de circo. Son dos palabras que me paralizan y me generan pesadillas aún hoy. Hablar de confianza, economía y finanzas argentinas parece un oxímoron. De hecho, creo que es un oxímoron, luego de tantas décadas de desaciertos macroeconómicos en mi país, una crisis permanente asegurada. Por eso tampoco voy a referirme al estado actual de la Argentina, sino -insisto- a la confianza, a mi experiencia personal y profesional, a las jubilaciones, mi charla TED y la tecnología (y vuelta a empezar, como un círculo, ¿ya les dije alguna vez?).
¿Qué aprendí en aquellos momentos de corralazos (porque de toda experiencia, buena o mala, uno debe salir aprendiendo algo)? A desconfiar, tristemente eso. Creo en la humanidad, creo en las personas, pero estos golpes no vienen gratis, dejan cicatrices. Y entonces, cuando me pongo a leer en mis largas noches de insomnio sobre la caída del Silicon Valley Bank, su rebote en el sistema financiero del Primer Mundo, pero sobre todo su impacto en el universo del Venture Capital y del emprendimiento tecnológico, en el futuro, en el mismo centro de Silicon Valley como fuente de innovación del mundo occidental, me pregunto -como también lo hacía la semana pasada- si no estamos de frente a un gran cambio de paradigma de negocios de la industria digital.
¿Vieron que iba a volver al mundo que conozco? Confianza, tecnología e innovación. ¿Tienen relación? Si, claro que si. Ya veremos.
Como hago regularmente, antes de entrar de lleno en el tema, una breve pausa, un remanso, en este caso tanto de inspiración emocional como de inspiración digital, para que entendamos que Twitter puede ser también un espacio diferente, si lo sabemos buscar.
Sigan a Misha. La conocí hablando de Web3, pero sus tuits enseñan, como éste, por ejemplo:

Ya les había hablado de Vala, lo recomiendo mucho, sea que trate de tecnología y futuro, como que nos acerque momentos emocionantes:
Hablando de emociones, se vale tener la piel de gallina…
… y alguna lágrima también, como no: “Nunca dejen de dar amor, nunca dejen de abrazar, ¡¡nunca dejen de decir te amo!!”. Si no nos damos cuenta, se hace tarde.


Ya entro de lleno en tema, pero si me permiten un poco de auto-referencia adicional, les quiero contar que la semana próxima se publica una charla-podcast que tuve hace algunas semanas con Gerardo Kerik, experto en marketing que conoce muy bien el mercado norteamericano. Si les da tiempo para ver el lanzamiento, los espero aquí: La transformación digital en la industria de contenidos audiovisuales. Sino, seguramente luego estará en todas las plataformas de audio y video.
Entonces, si vamos a hablar de confianza y negocios digitales, ¿confían en mi capacidad de ilustrarlos? Seguro que si, al menos por un rato. Ahí vamos.
Corralito

¿Por qué me rebota en la cabeza la palabra Corralito cuando leo acerca del SVB? “Long story short”, dirían los gringos, la gran (¿última? No, nunca) crisis económica y social de Argentina de 2001 se montó sobre el derrumbe de su sistema bancario. No, la crisis no fue bancaria, fue generalizada, de la economía y la sociedad, los bancos fueron “solamente” el disparador. De alguna manera esa crisis sigue hasta el día de hoy y muy posiblemente mantenga su influencia hacia adelante.
Leo en algunas notas que se refieren al tema del Silicon Valley Bank como un problema de bank run, y si hay un país experto en quiebras de bancos y corridas bancarias y cambiarias es, precisamente, la Argentina. Me tocó esta última, de 2000/2001, pero aún recuerdo a mis padres corriendo por otros bancos quebrándose durante mi infancia-adolescencia en los ‘70/80s. Expertos… lo que se dice expertos de verdad.
No nos engañemos, estas cosas no pasan de un día para el otro ni porque sí (¿con tilde, verdad?). Ni en Argentina, ni en EE.UU. ni en Suiza. Se habla del año 2001 en Argentina, pero el problema se inició bastante antes. Lo iniciaron otros, aunque parecía que todo estaba bien, como pasó incluso luego, en los años de post-crisis, cuando se vivió un oasis temporal mientras se preparaba una nueva tormenta. Los últimos a los que les explotó en las manos no lo supieron ni pudieron arreglar, cómplices de toda complicidad, como incluso creo -opinión personal- que también lo fueron los mismos bancos (¿como ahora?). No incluyo a la sociedad en este rubro porque no me parece del todo justo, más allá de que a los argentinos siempre nos gustó la Plata Dulce.
Bastante de lo que sucedía y sigue sucediendo con la economía argentina está en relación con los sistemas pensionales: del traspaso de fondos a manos privadas que dejó un agujero de financiación temporal insostenible -con eclosión en el 2001-, al manejo discrecional de esos mismos fondos por parte de agentes del Estado, en años siguientes, al volver a estatizarse. ¿El problema es solamente argentino? Pregúntenle a Macron. De ahí lo que me preocupa y ocupa recurrentemente, de ahí mi Charla TED.
A mi el Corralito -el Corralón, a decir verdad- me hizo sufrir, pero no fui el más damnificado. Logré salir casi indemne en el último minuto con una excepción prevista en las leyes temporales de esa época. Corrí, no dormí durante días, perdí, seguramente perdí, pero también seguramente mucho menos que casi todos los demás que golpeaban con sus palos, cucharones y cacerolas las puertas (luego las rejas, luego las chapas) de los bancos, buscando sus ahorros, de toda la vida en muchos casos. ¿Será que los argentinos también inventamos los “cacerolazos”? Triste…
Esos días intensos me persiguen hasta hoy. Corralito y Corralón son, para mi, como el payaso de IT.
Si hay algo que no tenemos los argentinos, entre otras cosas, es una buena formación en finanzas personales. Quizás es un problema general en el mundo, pero allá se nota mucho. También tenemos un problema de “anumerismo”: pareciera que nos quedamos con los números y las platas como cifras absolutas, inmutables para ciertos temas, y no podemos relacionarlas con el valor real de las cosas, con la inflación. Todo lo traducimos a dólares, el peso no existe. Eso hace que no terminemos de asociar causa y efecto, diferenciar correlación y causalidad, hasta que nos golpea de lleno. Ahí aprendemos a la velocidad de la luz GPT-4.
Entonces, indefectiblemente, esa gimnasia me lleva a observar de una manera diferente lo que está pasando en EE.UU. con los bancos, la Fed y el Tesoro. Mucho análisis del tema, la relación entre la suba de tasas y el bajo rendimiento de los bonos del Estado gringo, assets y liabilities, borrow short and lend long, y una profecía casi autocumplida: o arreglan la inflación o arreglan el sistema bancario. De manual… para una economía ortodoxa. Hold my beer (otra vez), dirían los argentos, vengan que les enseña Mingo (o algún taxista).
Corralón

Entrando de lleno a la relación de estos temas con el mundillo tecnológico, antes que nada me llamó la atención -porque a veces estas cosas me parecen naturales si no fuera que alguien las destaca- lo que mencionaban algunos economistas y otros expertos digitales: esta es la primera corrida bancaria en donde no hay filas en la puerta de los bancos. Todos los grandes retiros fueron hechos vía transacciones electrónicas. Me extrañó también que no impusieran un corralito para evitarlo (aún sabiendo que podrían generar más daño en la confianza), pero bueno, así es la idiosincrasia por allá, parece. La industria financiera también está en medio de su propia disrupción y aprenden a los golpes de la agilidad digital.
Y fue así que, por curiosidad y un poco de morbo (“¿vieron como a ustedes también les pasa, eh? Hablen con Macron”), decidí leer alguito de mayor profundidad y terminé en el siempre impecable newsletter de Ben Thompson, que muy pícaramente relaciona el nombre del banco con la industria a la que sirve (o servía), y me dio razones para esta reflexión que aquí comparto con ustedes. Particularmente, me gustaron estos párrafos, que vienen de una antigua nota de Victor Hwang en el Washington Post:
"In the real world, economic systems are made of human beings, not anonymous gears. And in the real world, human nature gets in the way. Our brains are instinctively tribal. We are designed to trust people closer to us and to distrust those farther from us. Yet scientists are discovering that innovation and human emotion are intertwined. Human nature, with its innate prejudices, creates enormous transaction costs in society. Thus, what we think of as free markets are actually not that free. They are still constrained by transaction costs caused by invisible social barriers based on geographical distance, lack of trust, differences in language and culture and inefficient social networks.
To build rainforests and maximize business innovation, we must transform culture. And people learn culture not from top-down instruction, but through actual practice: role modeling, peer-to-peer interaction with diverse partners, feedback mechanisms that penalize bad behavior and making social contracts explicit. Silicon Valley has created a culture that encourages people with diverse talents and backgrounds to meet, to trust each other and to take a chance together. That culture is firmly in place because crucial keystone institutions, from venture capital firms to attorneys to entrepreneurs, treat the broader community as more important than the “winning” of any individual transaction. It is a culture based on, among other things, seeking fairness, not advantage."
Eso era 2012, aparentemente: cultura colaborativa, buscando lo mejor para la industria y la innovación positiva y propositiva, compartiendo información y conocimientos, confiando, sobre todo confiando. Ya no es así, es más que claro. Ya el ambiente tech y digital se convirtió en una cacería, en un sálvese quien pueda, en un ecosistema algo tóxico donde muchos emprendimientos se crean solamente buscando que se los coman los compren los de más arriba en la cadena alimentaria. El último escenario de batalla está desarrollándose en el mundo de la Inteligencia Artificial, entre las peleas de los bullers y las sutilezas de los entrantes.
El mismo Thompson lo destaca, cuando se refiere a la simbiótica relación entre la innovación tecnológica y la industria de los Venture Capital, y como se fue desvirtuando:
"… from venture capitalists to the startups they advised, were solely concerned about their own welfare, not about the ecosystem as a whole.”
De una nota de 2017 referenciada por él mismo: “… that holds particularly true for venture capitalists: as Marc Andreessen told Barry Ritholtz on a recent podcast, ‘We make our money on the [startups] that work and we make our reputation on the ones that don’t.’
Note the use of plurals: a venture capitalist will invest in tens if not hundreds of companies over their career, while most founders will only ever start one company; that means that for the venture capitalist investing is an iterated game. Sure, there may be short-term gain in screwing over a founder or bailing on a floundering company, but it simply is not worth it in the long-run: word will spread, and a venture capitalists’ deal flow is only as good as their reputation."
La nota cierra con una profunda reflexión, la más dramática:
“That destabilization and resultant loss of trust, meanwhile, is everywhere around us, from our politics to business to every aspect of media. This increased uncertainty and destabilization has and will continue to drive demands for more government intervention — and, like this weekend, it may not even be wrong! More government, though, means replacing trust with more rules, regulations, and restrictions, which will have a long-term effect on innovation. This, perhaps, is the inevitable outcome of tech having set disruption as its objective function: the ultimate casualty may be the Silicon Valley that once was, not just its bank.” (las negritas son mías, siempre quise escribir eso)
Destaco: Si la disrupción es la “función objetiva” de la industria tech, el ecosistema de innovación pierde, sin dudas, está quedando demostrado.
Muchos ponían en duda el futuro de la Web3 y las criptos a causa de sus problemas de confiabilidad de los últimos 18 meses. ¿Este tropezón del sistema bancario del principal país de occidente y sus necesarios rescates significarían, entonces, que hay que poner en duda al mundo capitalista? Ni lo uno, ni lo otro… o tal vez… no, mejor ni lo uno ni lo otro. El mundo cripto y la Web3 quieren acomodarse, encontrar su camino de vuelta al ruedo:


¿Podrán? ¿Qué factores empujarán hacia un lugar o el opuesto, para facilitarlo, para impedirlo?
Y si no recuperamos un poco de confianza, nuevamente, ¿terminaremos alrededor de modelos más cerrados, quizás menos “democráticos” como el de China, que está esperando ansiosamente estas debilidades para avanzar con sus propias plataformas? ¿La Open Web o laS (máS o menoS) OpenS WebS?
Y un poquito de Dunga-Dunga también
¿Creían que se iban a escapar sin que les hable de GPT-4 y los nuevos anuncios de Google y Microsoft sobre Inteligencia Artificial y productividad empresarial o individual? ¡Dunga-Dunga! (no, no voy a contar el chiste, para eso está Internet). Si ya les aburre el tema y la intensidad de este 2023 con estas cuestiones, si ya fui demasiado pesado con los párrafos anteriores, ya está, listo, terminamos. Si les interesa alguito más, sigan la flecha.
Esta semana cayó en mis manos una nota del New York Magazine hablando sobre loros estocásticos. Y ahí terminé de entender la ironía buscada en aquel tuit de Sam Altman del año pasado:


Y no, no somos loros, y mucho menos estocásticos. La diferencia entre la humanidad y la inteligencia artificial es aún muy profunda, y no importa que la tecnología se acerque, creo (¡espero!). Pero qué bueno que al menos se dé el debate.
Y en esta semana intensa de lanzamientos, no solamente están los de OpenAI, Microsoft y Google, sino que también se despertaron los generativos de Computer Vision, con nuevas versiones:
De Midjourney:
De Stable Diffusion:
¿Qué les pasa a todos? ¿Se pusieron celosos? ¿Tienen que cobrar algún bono trimestral de cumplimiento?
Y también las cosas más bizarras, entre toda la caterva de tuits sobre casos de uso con GPT-4, como que una empresa de videojuegos nombró de CEO a un bot, o que el fundador de LinkedIN escribió un libro de la mano de GPT-4:

Basta, me quiero bajar… hasta aquí llegué, en la esquina chofer, ¡por favor!
¿Fue creíble? ¿Fui creíble? Un poco sí, ¿no? Espero… ¡vuelvan!
Comenten, compartan, critiquen, apoyen. La verdad única no existe, es solo mi opinión. Espero que haya gustado, entretenido, instruido. Si llegaste hasta aquí, mi recurrente héroe lector, protege tus bienes y tu futuro, no dejes de confiar, pero aprende en qué y en quién.
Creíble y palpable. La confianza lo es todo en la economía y en la vida.
Me encantó, encontré cosas interesantes de dunga dunga jajajajajaja y creo que hay mucho valor en los consejos y en aprender de algunas experiencias sobre todo aquellas que dejan gran dolor pero también enormes aprendizajes, me quedó con un pequeño aire de aquel Post del día de la marmota y cómo el mundo y en este caso las crisis financieras también parecen ser circulares