Non mi piace più
"En la economía de la atención, cualquiera que intente conectarse con una audiencia debe tratar el tiempo del usuario como el recurso definitivo" (Jakob Nielsen)
¿Recuerdan a Quibi? No, claro, quien lo haría, si yo mismo casi no me acordaba cómo se escribía. Duró la nada misma, la pura definición de lo efímero: de abril a diciembre de 2020.
Dos mil veinte. ¡Qué año para lanzar un nuevo producto!, ¿no? Parece que fue una década atrás (o ayer nomás) que estuvimos encerrados, cuidando a los nuestros, tratando de sobrevivir. Más o menos como ahora… o como siempre, salvo por el encierro y la tristeza universal que nos rodeaba.
Algunos decidieron avanzar igual, lanzarse a las aguas turbulentas, sin medir la temperatura. “Quick Bites” decían que producían estos expertos: contenidos tan cortos que se consumían de un solo bocado. El bocado terminaron siendo ellos. Rápidos y amargos, como una medicina.
Y eso que este caso venía liderado por dos ejecutivos de primera línea, una fusión teóricamente perfecta del negocio de medios con el tecnológico: un MediaTech que iluminó el cielo como un relámpago. Eso fue.
Garantía de éxito no asegurada. A quién no me pasó, ¿no?
La introducción viene a cuento, en este cuento también corto que les quiero dejar hoy para su propia reflexión mientras sigo ordenando mi Segundo Viento, porque siento que se viene acelerando la tendencia: las nuevas generaciones, aquellos ShenZí con los que bromeaba a inicios del año pasado, ya se han acostumbrado a una forma de consumo (digital, analógico, pasivo, interactivo) que parece resultarles natural, los define, los condiciona.
Escribí hace poco más de un año un largo ensayo sobre el tema, que comenzaba con una anécdota real con mi hijo pre-adolescente:
“… Y me sorprendí a mi mismo pensando en una frase que me dijo mi hijo más pequeño cuando le pregunté porqué estaba viendo una y otra vez en TikTok (o Youtube Shorts, ya no recuerdo la plataforma, todas se parecen hoy en día) unos videos que mezclaban a un supuesto NarradorInfluencerYoutuberTiktokerInstagramer, en lo alto de la imagen vertical, con una escena debajo de algún episodio de La Rosa de Guadalupe (si, no me equivoqué, dije LaRosaDeGuadalupeNovelónEternoDeTelevisaParaGeneracionesMuyAdultas).
“Porque me gusta, papá”. Respuesta simple, contundente, ¿verdad? “¿Cómo te va a gustar un novelón para gente grande como yo?”, “Me gusta” (ya, no más).”
Recordar ese momento me llevó a releerme, práctica que no recomiendo a nadie, porque puede dar vergüenza ajena.
Bocados Abocados
Lo bueno de haberme tomado unos extensos minutos para revisar lo que opinaba en febrero de 2023 es que no solamente me parece aún vigente, sino que creo firmemente que las evidencias me acompañan.
Nunca había usado esta función de Substack para embeber otro post de su plataforma, menos para auto-referenciarme tan abiertamente. Pero hoy sí, hoy me recomiendo leer (o les recomiendo leer-me):
Es que resulta que “non mi piace più”.
Estamos cruzando culturas, cosa que me parece absolutamente lógica, natural y positiva, pero en medio de la aceleración que vivimos, el riesgo que percibo es que también estamos perdiendo culturas, raíces que -al menos a mi- me gustaría mantener y transmitir hacia abajo.
Y debo confesar que se me hace cada vez más difícil “transmitir” personalmente en medio de tantos “transmisores” infinitos.
Está llegando el momento cúlmine, a lo mejor “La próxima exportación cultural de China podrían ser las telenovelas cortas al estilo TikTok”.
Y me hace sentir incómodo.
Ya había aterrizado, de modo informal, torpe y aficionado, con aquellos videos que mencionaba un año atrás.
Quizás se esté acercando el momento de un nuevo “Bocado Rápido” y no sabremos quien lo está dando: si el consumidor… o el que nos está consumiendo.