Guía Práctica para Padres Primerizos en la IA (Breve Actualización)
"No es lo que Van Gogh vio esa noche, es lo que sintió" (Neil deGrasse Tyson)
Update 8 de Abril de 2025: cuando redactaba los tres últimos artículos, que de cierta manera han quedado encadenados en temática e intensidad, me cuestioné varias veces si no estaba exagerando o, inversamente, si no estaba diciendo algo obvio para todos.
Exagerando, porque quizás me estaba adelantando a los acontecimientos y no había ni hay indicios que la IA (generativa y predictiva) realmente hubiera superado el umbral que mencionaba en “Bicicleta para la Mente”. No, quizás no sea cierto que ya hayamos sido conquistados.
Obvio, porque quizás lo que a mi me asombra últimamente, y me lleva a querer acelerar la adopción de estas herramientas incluso en mi entorno familiar, ya es costumbre para todos aquellos que me leen (“¿¿Recién te das cuenta??”).
Pero, solo para reforzar mi teoría y mis esfuerzos personales (mi propio sesgo de confirmación), un memo interno escrito por el fundador de Shopify, Tobi Lütke, se filtró y se hizo viral ayer. Y, antes de que se usara para fines equivocados, como él mismo menciona, decidió publicarlo oficialmente, aún cuando se trataba de una nota para los empleados de su compañía. Tanto se ha destacado en el mundillo tech que signüll, un relevante ex empleado de OpenAI, decidió referenciarlo como parte de un ensayo sobre el mismo tema que escribió.
He aquí entonces el artículo de Tobi: Reflexive AI usage is now a baseline expectation at Shopify. Lo que más me llamó la atención:
“What we have learned so far is that using AI well is a skill that needs to be carefully learned by… using it a lot. It’s just too unlike everything else. The call to tinker with it was the right one, but it was too much of a suggestion. This is what I want to change here today. We also learned that, as opposed to most tools, AI acts as a multiplier. We are all lucky to work with some amazing colleagues, the kind who contribute 10X of what was previously thought possible. It’s my favorite thing about this company. And what’s even more amazing is that, for the first time, we see the tools become 10X themselves. I’ve seen many of these people approach implausible tasks, ones we wouldn’t even have chosen to tackle before, with reflexive and brilliant usage of AI to get 100X the work done.
In my On Leadership memo years ago, I described Shopify as a red queen race based on the Alice in Wonderland story—you have to keep running just to stay still. In a company growing 20-40% year over year, you must improve by at least that every year just to re-qualify. This goes for me as well as everyone else.”
Decía hace un par de ensayos atrás, cuando me rendía a los pies de la aceleración de despliegue y mejoras de las herramientas generativas de Inteligencia Artificial:
Eso fue lo que me decidió a tomar el toro por las astas y dejar de procrastinar en casa.
Eso hizo que nos dedicáramos con mi esposa a buscar “la” herramienta (paga) para que nuestros hijos se acostumbren, no queden por fuera, lo tomemos en serio y forme parte de sus vidas natural y positivamente, así como a lo largo de las nuestras propias lo fue la informática en general, la computación personal, Internet, los teléfonos inteligentes…
Tarde

LLEGAMOS TARDE. Cuando terminamos nuestro breve “research”, elegimos y suscribimos una combinación de dos (ChatGPT y Gémini), para tenerlas a mano, ver las diferencias y la evolución, entender qué les falta y qué les sobra cuando se quitan los límites comerciales de las versiones gratuitas.
También tenemos ya mapeadas cuáles otras necesitaríamos si quisiéramos hacer cosas más específicas (audio, video, código de software, agentes).
Entonces las probamos concienzudamente primero los adultos, y luego fuimos a ellos, a decirles formalmente:
“Bueno chicos, ya. Ahora vamos a empezar a usar la IA en casa de una manera cotidiana y responsable, porque creemos que es mejor entrar ahora y que lo sientan cercano, y no tarde y que les cueste adoptarla para su vida diaria más adelante.
Esto no tendrá vuelta atrás y solo seguirá mejorando.”
Creíamos que éramos dos adultos modernos, que toda la vida la tuvimos inmersa en la tecnología, porque nos hemos dedicado a eso. Que incluso nos sentimos muchas veces extraños, usuarios demasiado intensos, techies: los papis que sabemos cómo aplicar Family Link a los teléfonos Android de nuestros hijos, los que los supervisamos incluso replicando sus cuentas de Instagram para que no se escapen siquiera los DMs. Lo saben y lo aceptan, es así o nada.
TARDE. Cada uno fue a un hijo diferente.
Mi experiencia con la mayor, en el medio de sus “xxx-teens” (más pícara, menos cándida, la que sabe qué decir y qué mejor callar, la que acomoda las respuestas):
“Si, papá, hace rato que la uso. Casi todos en el colegio lo hacen. Tengo una cuenta gratuita de ChatGPT, ¿te acordás que me autorizaste descargar la app para probar hace como un año?
La uso en el colegio para que me haga resúmenes, para investigar cosas nuevas, para que me de ideas para mi materia de dibujo técnico. Cuando me choco con el límite de la versión gratuita, dejo de usarla.”
“Bueno, ¡pero que no te haga la tarea!”, fue mi respuesta natural.
“No, papá, ¿para qué?”
Confieso que, casi por primera vez, me sentí un Gen X, como efectivamente soy. O peor, ¡un Boomer! O al menos los estereotipos de esas generaciones no nativas digitales.
La de la madre con el hijo más pequeño, ya entrando en la adolescencia, no fue mejor:
“Hace rato que uso Inteligencia Artificial, ya las conozco a casi todas, tengo varias herramientas:
Uso una para que me resuma temas, otra para hacer imágenes, y una (“¡¡¡notepuécreé!!!”) para que me “humanice los textos”.
Esto dio para una reunión familiar de urgencia, ya no cositas sueltas por separado. Fue ayer. Creo que ya coincidimos en cómo seguir.
¿Cómo será el futuro?

Le dije a ChatYi que se imagine a sí mismo en el futuro, así como la semana pasada le había pedido a Gémini lo mismo. La primera imagen que me devolvió no me gustó, en un prompt muy básico. La segunda tampoco demasiado, pero no insistí. Si así te ves, así serás, pensé (ahora lo ves, ahora no). Y, como venía con “modo argento”, me respondió con un poco de ironía porteña. En fin…
IMPOSIBLE SABER CÓMO SERÁ EL FUTURO. Incluso mirando otras disrupciones tecnológicas del pasado, creo que no tienen parangón con lo que hoy vivimos.
También me referí a eso en más de una oportunidad, cuando hablaba de la Teoría del Caos: “… pequeñas variaciones en las condiciones iniciales pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo plazo”.
Esta última reflexión la hacía hoy mismo, pocos minutos atrás, cuando terminaba de leer el último ensayo de Trung Phan, a quien sigo con frecuencia y mucho interés.
Produjo una emotiva analogía entre la disrupción que vivimos hoy, con la de la fotografía y el arte pictórico de siglo 19. Recomiendo mucho su lectura.
Van Gogh, Monet y otros impresionistas y postimpresionistas, adaptándose a los innovadores de la época: Louis Daguerre, George Eastman, los “Elon Musk-Steve Jobs-Jeff Bezos” del momento.
¿Por qué, quizás, solo quizás, aún nos emocionamos con The Starry Night, de Van Gogh? Quizás sea por lo que dice deGrasse Tyson:
“No es lo que Van Gogh vio esa noche, es lo que sintió.
[La pintura] no es una representación de la realidad, y cualquier cosa que se desvíe de ella es la realidad que se ha filtrado a través de los sentidos. Y creo que el arte en su máxima expresión es precisamente eso.
Si esto fuera una representación exacta de la realidad, sería una fotografía, y no necesito un artista.”
¡OJALÁ!