Elegía
"La vida puede ser mucho más amplia una vez que descubres un hecho simple: todo lo que te rodea y llamas vida fue creado por personas que no eran más inteligentes que tú" (Steve Jobs)
“Y puedes cambiarla, puedes influir en ella, puedes construir tus propias cosas, que otras personas puedan usar… Una vez que aprendes eso, nunca volverás a ser el mismo”, seguía su frase, en una entrevista que le hacían en 1994, mientras aún estaba dirigiendo NeXT, ese paso de comedia entre dos Manzanas:
Soy un convencido de que la vida es amplia y de que depende mucho del esfuerzo de cada uno. Pero también creo en otras cosas, y no tengo dudas de que la ayuda divina, la suerte, el destino, o como quieran llamarlo, juegan un papel imprescindible.
Venía esbozando algunas frases sueltas para terminar el año redactando una última entrada en este Newsletter, principalmente porque se han acumulado muchísimas novedades en el mundo tecnológico digital, y en los pocos pero imprescindibles momentos en los que pude atender las noticias, fui formando alguna opinión.
Que siempre se trata de eso: aportar algo de conocimiento, un poco de experiencia, una pizca de picardía y siempre una (¿formada?) opinión.
Que la computación cuántica y las novedades vertiginosas de la Inteligencia Artificial provistas por Google (para sorpresa de muchos escépticos entre los que no me contaba), que las que luego trajo OpenAI en su maratón de 12 días, poniendo una vez más en la palestra la posibilidad cercana de la inteligencia artificial general con su nuevo modelo fundacional de razonamiento, ahora en su versión 3.
Que, que, que… ¿una novedad por semana? Mejor dejar correr el tiempo, dejar que el polvo se esparza y quede lo que seguramente quedará (mucho).
No, el futuro no será una extensión del presente, será muy diferente, de eso no tengo dudas. Estamos casi al borde de una singularidad.
Pero… la vida se cruza en cada instante. Y me tocó un cruce sin barreras y oscuro, que me forzó a ir demorando la escritura.
Y sin embargo hoy, con un poco de tiempo no muy buscado, prefiero frenar en seco y escribir una elegía. Porque necesito escribir, porque se volvió imprescindible.
En casi 2 años de estar ensayando estos artículos (articulando estos ensayos), he acumulado miles de seguidores. A casi ninguno de ustedes conozco.
Y seguramente es recíproco. Tal vez alguno me sigue por recomendación de otro, si se han quedado recibiendo mis correos puede ser por distracción o porque lo que leen llegue a interesarles.
Alguno, quizás, se acercó hasta aquí por haberme visto en LinkedIN o por mi charla TED. Vaya uno a saber.
Por eso, déjenme entonces que hoy les cuente algo más sobre mi y del porqué de la elegía.
Elegía… porque tuve la bendición de poder elegir
Vengo de una familia típica de clase media argentina, de esa época en donde el ascenso social era posible.
Mis bisabuelos paternos llegaron a mi país natal a fines del siglo 19. Campesinos italianos. Casi seguramente huyendo de la hambruna, casi seguramente analfabetos. Mi padre fue el primer universitario de su familia. Ascenso social inducido por un abuelo empeñoso. Padre médico que se rompió el lomo trabajando para darnos a mis hermanos y a mi un mejor destino.
Mi familia materna fue de campo de toda la vida. Una mala jugada familiar los llevó a la ciudad para poder sobrevivir, y mi madre y sus hermanos debieron salir a trabajar muy tempranamente.
Gente de trabajo, de empeño, de ganarse todo a punta de mérito y sacrificio.
Esa es mi esencia, eso me enseñaron mis padres, no contándomelo sino, principalmente, haciéndomelo vivir.
Enseñar con el ejemplo. A mi y a mis dos hermanos. Los tres universitarios. Porque sí, porque es lo que hay que hacer para tener una mejor chance de sobrevivir en Latinoamérica. Si se puede, se hace. Y se pudo.
Por sobre todo, siempre nos permitieron elegir: médica, ingeniero, científico en computación.
Poder elegir es una bendición en los países de los que venimos, ¿no?
Nos acompañaron hasta donde pudieron. Nos impusieron cosas, que fuimos adolescentes de la dictadura, de épocas de cierto miedo o, al menos, mucho cuidado.
Elegía… porque elegí mi destino profesional
Tuve la fortuna de tener un mentor que me abrió caminos (gracias DGR), pero al que luego le rendí homenaje trabajando mucho y bien, y teniendo, también, mucha suerte: estar en el lugar correcto en el momento indicado.
Hace más de 25 años que trabajo en el negocio digital. A veces, con un poco de soberbia típica argentina, me he autodenominado pionero de Internet. Exageración, por supuesto, pero no taaaaaaaaaaaan lejana de la realidad.
Tanto tiempo en el rubro, con buena base académica y mucho sentido común, te abre la cabeza y te permite leer entre líneas.
Como he dicho en algunas presentaciones: convertirme en un palista en medio del río revoltoso. Mirar más adelante, esquivar las rocas, buscar las corrientes más provechosas, llegar a los remansos que permiten retomar fuerzas. No gastar energías remando contra la corriente. ¡Nunca!
Mirar más allá fue clave para saltar a tiempo de un rubro al otro, de un tipo de responsabilidad al siguiente. Progresando, con habilidad y mucha fortuna.
Construyendo mis propias cosas para que otras personas puedan usar, como este artículo, que espero que sea de utilidad.
Elegía… porque elegí mi Segundo Viento
Decidimos con mi esposa cambiar de país hace casi 10 años. Muy cansado de la división provocada, de la crispación social genuina, pero incentivada, de dar vuelta como un trompo siempre en el mismo lugar.
Uno se expatria solo una vez en la vida, ¿sabes? El primer desgarro es único, el siguiente, casi rutina. En mi caso fue una elección de la que no me arrepiento.
Y luego de dejar experiencia, esfuerzo y muchos amigos en Colombia, el tiempo se acabó allí y decidimos buscar nuestro Segundo Viento en Europa. En Barcelona, ciutat comtal única, deslumbrante.
Y nuevamente la suerte, la fortuna, la ayuda divina, o como quieran llamarlo, más el esfuerzo, mérito, trabajo y sentido común me dejan donde estoy ahora (dale, búscalo en Google): una vez más bendecido, bien soportado, acompañado, entusiasmado.
Elegía… porque este ensayo ES una elegía
Este ensayo es una elegía en honor a mi madre, que nos dejó hoy.
Y me siento triste, pero agradecido a Dios, porque creo en él y porque me permitió despedirla en persona, en Argentina. Una suma de coincidencias que difícilmente sean casualidad.
Triste, pero agradecido también a ella, Beatriz, por lo que me enseñó, por lo que me regañó y lo que me apoyó.
Pero, por sobre todo, por la libertad que me dio (ella, y también mi padre) para acertar o equivocarme. Dejarme elegir.
Es una elegía porque esa es la definición de la palabra en el diccionario.
Y también es una elegía por el verbo elegir:
Porque sé que puedo cambiar mi vida (que de hecho lo hice más de una vez), que puedo influir en mi destino, puedo construir mis propias cosas para que otras personas puedan usar.
Una vez que aprendes eso, nunca volverás a ser el mismo.
¡AMEN!
Aunque te conozco hace un tiempo no conocía ese pedacito de la historia, gracias por compartirla. Ahora en el cielo tienes una estrella a la que siempre podrás elegir ver para sonreír. Te abrazo con todo mi corazón.
Siempre es muy bueno leerte Marcelo, tu sentido comun y mente abierta que permiten crear cosas y estimular a otros para que lo hagan
siento mucho lo de mamá. te mamndo un gran abrazo